Atraviesa un arroyo bajo un enorme diluvio y descubre algo sobrecogedor
Un caminante descubre algo estremecedor flotando en las aguas de un arroyo inundado
Un hombre se disponía a cruzar el torrente de agua cuando se percató de la presencia de un hecho desolador. Solo el ser humano podía ser el responsable de semejante atrocidad.
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Publicado el 30/9/20 8:36
Nos asalta nuevamente una historia de lo más triste y lamentable que también contiene una dosis importante de vitalidad y superación.
El suceso que hoy traemos tuvo lugar en 2018 a las afueras de Málaga, justo un día en el que cayó una auténtico diluvio sobre la capital costasoleña.
Un hallazgo aterrador en un arroyo
Un caminante se disponía a cruzar un arroyo completamente desbordado por las intensas lluvias cuando se percató de la presencia de un pobre perro que se estaba dejando morir entre el fango y el lodo.
Aquella pobre víctima era Ángelo. Lo encontraron allí completamente empapado, dejándose ir, lleno de hemorragias y con una herida casi incurable en el alma pues había sido abandonado allí por las manos de un auténtico asesino.
El animal era consciente de que le habían sentenciado a muerte. La imagen era desoladora. 😢😢
Por suerte, la persona que lo encontró decidió rescatarlo de aquel infierno y lo trasladó a la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Málaga, donde comprobaron el fatídico estado en el que se encontraba.
Más allá de sufrir de leishmania, los voluntarios aseguran que nunca antes habían visto a un perro tan horrorizado ante el contacto humano.
Ángelo no confiaba en las personas, jamás había dormido en una cama y huía prácticamente de todo lo que se movía. Sus secuelas psicológicas eran horribles.
Una nueva oportunidad dos años después
Dos años después de su rescate, Ángelo ha evolucionado mucho evidenciando una mejoría muy notable. Ahora ya se fía de los humanos, ha mejorado su sociabilidad con otros perros y se ha destacado como un ser inteligente y afable.
Aunque parezca una tontería, ya es motivo de celebración el simple hecho de que ahora hasta se deja acariciar y no sale corriendo, aunque todavía se muestra algo reticente con desconocidos, ante los que se sigue apreciando su miedo e inseguridad.