El pasado 28 de abril, una mujer que responde al nombre de Béatrice reservó una mesa en el restaurante Braine-l'Alleud de Bélgica. Según el medio de comunicación belga, dhnet.be, la señora hizo la reserva por teléfono y explicó que era ciega y que iría acompañada por su perro guía.
Desafortunadamente, nada salió como Béatrice esperaba.
''No aceptamos perros''
A tenor del testimonio que la mujer contó a medios locales, nunca pudo reservar la mesa. Nada más escuchar que su perro guía iría con ella al restaurante, la persona que se encontraba al otro lado del teléfono cambió de actitud y en un tono muy agresivo le dijo que ''el establecimiento no aceptaba perros''.
Entonces Béatrice intentó explicar que los perros de asistencia quedan exentos de esa prohibición y pueden entrar en los restaurantes. Y añadio que en caso de negativa por parte del local, pueden entrar gracias a su ''certificado oficial''.
La explicación de la propietaria del animal no convenció a la persona que no cesaba de replicar que ''el perro iba a comer del buffet''.
Ante la negativa, la clienta le recordó que tenía derecho a presentar una reclamación antes de que le colgaran el teléfono. Esa apreciación fue en vano, pues la mujer le colgó.
No pueden rechazar perros de asistencia
La legislación belga asegura que los propietarios de los restaurantes no pueden rechazar a los perros de servicio. Así queda estipulado en la página web de la FASFC (Agencia Federal para la Seguridad de la Cadena Alimentaria en Bélgica):
''El gerente de un restaurante tiene la opción de aceptar o rechazar el acceso de un animal de compañía a la sala de consumo, pero no puede negar el acceso a un perro de servicio".
Negar el acceso a un can de asistencia puede suponer una multa de 15 a 25 euros en la Región Flamenca, de 26 a 100 euros en la Región Valona y de 50 a 100 euros en la Región de Bruselas.