En ocasiones, los animales viven en condiciones en las que sus propietarios también son víctimas de la edad o de la mente. Esta es la historia de la extraña criatura que llegó a una clínica veterinaria del norte de EE. UU. hace siete años.
Ayuda urgente
Según las fuentes locales, a su llegada el animal parecía un gigantesco pulpo peludo. Pero, en realidad, se trataba de una gata calicó de 14 años de edad y gravemente descuidada.
"Esta pobre gata llegó ayer a nuestra clínica, después de que su propietario (un anciano) fuese llevado a un hogar de cuidados paliativos", escribió el equipo en su página en Facebook. "Tenía un caso severo de pelo enmarañado (rastas)".
Varios kilos de pelo en el cuerpo
Una vez le fue retirada la gran mata de pelo que la cubría, desde la clínica seguían teniendo miedo sobre el futuro de esta tierna abuelita. ¿Qué futuro le esperaba a una gata anciana y sin hogar?
Afortunadamente, Pat Russell, el antiguo cuidador de la gatita, tenía un familiar lejano que vivía en Pittsburgh, y que accedió a ocuparse de esta veterana minina.
Cuando el hombre llegó a casa del anciano, pues sabía que tenía una gatita de la que había que ocuparse, sus ojos no daban crédito a lo que veía:
"Al principio creí que era una gata arrastrando una manta que de alguna forma se había enrollado en su cuerpo. Pero no, resultó ser Hidey".
"Estaba allí abajo, mirando con una linterna, fue casi como una película de terror, y la encontré acurrucada en una esquina. Probablemente, estaba muy asustada y con mucho dolor", afirmó el hombre.
Caitlin Lasky, voluntaria de la Western PA Humane Society, comentó que Hidey sufría obesidad, lo cual dificultaba su higiene y terminaba provocando problemas con el enredo del pelaje.
También destacó que debieron de haber pasado varios años para que su pelaje hubiese crecido de aquella manera.
Una nueva vida para Hidey
Los Rusell —la nueva familia de Hidey— también encontraron al otro gato (su hermano), Siam, de 17 años, viviendo también en la casa de su familiar enfermo. Sin dudarlo, acogieron a ambos en su hogar, que ya albergaba otros dos perros y tres gatos.
Un final feliz para este par de felinos que todavía hoy nos recuerda la importancia de velar por los animales en situaciones de vulnerabilidad. ¡Un aplauso para los Russel!