Nos trasladamos Wisconsin (Estados Unidos), concretamente a la granja de la familia Hanestad.
Rick, un padre de familia deseoso de alegrar a su pequeña Hailey, de cinco años, trajo a casa lo que creía que era un cachorro de perro. Lo encontró hace ahora 11 años, durante una cacería.
Bautizado como Wiley, el "perro" resultó ser un coyote salvaje, lo que inicialmente desconcertó a la familia Hanestad. A pesar del riesgo potencial que representa un coyote adulto, decidieron mantenerlo como mascota, educándolo en un ambiente hogareño y cariñoso, a tenor de las imágenes.
Wiley terminó adaptándose
A través de un proceso de crianza, Wiley se integró completamente en la dinámica familiar, compartiendo juegos y momentos con Hailey. El coyote, alimentado con carne de venado cocida, adoptó comportamientos típicos de un perro doméstico, como pasear con correa, jugar con pelotas y dormir cerca de la chimenea.
Esta historia resalta la dificultad de distinguir entre un cachorro de coyote y un cachorro de perro en las primeras etapas de vida, así como la importancia del amor y la educación en la relación entre animales y sus tutores
Las crías necesitan estar con sus madres para aprender habilidades de supervivencia y comportamientos adecuados para su especie.
Al sacarlas de su entorno natural, se les priva de esta enseñanza crucial, lo que puede llevar a problemas de adaptación y supervivencia.
Si quieres ver más fotos de Wiley con su familia, puedes hacerlo aquí.