Aparece en Vitoria un cartel escrito a mano con un mensaje claro: "Las cacas del perro se recogen". Incluso, pese al cabreo vecinal de la zona, da el mensaje con un "gracias" final.
El cartel está situado en un pequeño jardín detrás del hospital Santiago de Vitoria-Gasteiz, frente a la Plaza de los Guardias. Desde la acera, y hasta en el propia foto, se aprecia que ese espacio verde está repleto de excrementos de perro.
Más quejas en otras calles de Vitoria
Según recoge la Cadena SER, el rótulo no fue colocado ni por el hospital —propietario de la parcela— ni por el Ayuntamiento. Así que parece que algún vecino, cansado de que este rincón esté lleno de cacas de perro, sería el autor del cartel.
El problema no se limita a este jardín. En la propia web municipal, otro ciudadano denuncia también situaciones similares en otros puntos de Vitoria.
Este vecino habla de la intersección de las calles Erentxun y Larrea:
"Es insoportable transitar ya que muchos dueños de perros no recogen las heces de sus perros, resultando que tanto en los bordes del paseo de Erentxun como en los parterres de la calle Larrea hay innumerables heces de perro que provocan malos olores e insalubridad".
Tal es el nivel de cacas de perro que este vecino añade con ironía: "O empiezan a multar, o abren un pipican, o directamente cambian el nombre de la calle a Paseo de las kakas".
Estas denuncias vecinales ponen sobre la mesa un problema de higiene y civismo que preocupa a buena parte de la ciudadanía: malos olores, suciedad y un entorno poco agradable para pasear.
Lo que dice la normativa del Ayuntamiento de Vitoria
La Ordenanza de Tenencia y Protección de Animales de Vitoria es clara: los propietarios deben recoger los excrementos de sus perros en calles, parques y jardines. Dejar las heces en la vía pública es sancionable con una multa de 90 euros, que puede ascender hasta 750 euros en casos graves o reincidentes.
Esa es la teoría. Otra cosa es la práctica, puesto que estas sanciones son casi anecdóticas: en 2024 apenas se tramitaron tres multas en toda la ciudad. Un número que, para muchos vecinos, no refleja la magnitud real del problema.
Un llamamiento al civismo (con bolsita incluida)
Los carteles improvisados y las quejas vecinales son un recordatorio de que la convivencia empieza por los pequeños gestos. Recoger las cacas no es solo una obligación legal, también es una muestra de respeto hacia la ciudad y hacia los demás.
Porque los perros hacen lo que tienen que hacer, sus necesidades. De nosotros depende que sus paseos no se conviertan en una pesadilla para el resto. No cuesta nada agacharse y usar la bolsita, ¿no?