Ida Floreak estaba tan tranquila en casa cuando escuchó a un gato que maullaba sin parar en la puerta de su casa.
¿A qué se debía ese maullido casi desesperado?
Un inesperado encuentro
Desde hacía algún tiempo (ya desde la pandemia), el gato visitaba a Ida casi a diario. Se paseaba por su jardín en Nueva Orleans y observaba a la mujer desde lejos regando las flores.
Sin embargo, el gato nunca ha tenido contacto con humanos. Guardaba las distancias y no se dejaba tocar, algo que supuso un problema semanas más tarde. Ida notó una gran protuberancia en el abdomen del gato y trató de llevarlo al veterinario.
Salami, que así bautizó al gato, se negó categóricamente a meterse en el transportín. Incapaz de hacer nada más, Ida se limitó a cuidarlo desde lejos. Un mes después, el gato comenzó a maullar incansablemente en la puerta principal de la casa.
Llamada de auxilio a su amiga humana
Tan mal se encontraba el gato que se dejó tomar y atender por Ida. El minino venía con sorpresa. Resulta que el gato ¡era una hembra que dio a luz a cuatro crías preciosas! Ese momento tan vital, se formó un vínculo especial entre Salami e Ida.
Dado que el parto ocurrió en pleno confinamiento, Ida pudo dedicar todo su tiempo a la mamá gata y sus crías.
Salami, sin saberlo, encontró un hogar en el que confiar, y su humana buscó familia para los cuatro gatitos ❤.
¡Qué ternura!