Nos trasladamos a Málaga, donde una simple cadena de hierro fue testigo de una historia de penumbra y desasosiego, unos grilletes que nos recuerdan un calvario invisible.
Hace cuatro años, la Sociedad Protectora de Animales de Málaga nos dio a conocer el caso de Gordon, un perro que había pasado toda su vida atado a una cadena de hierro en un campo.
Una vida entera en tres metros cuadrados
Una vieja caseta y apenas tres metros cuadrados fue durante años su 'cárcel', un cautiverio invisible y cruel al que muchos animales son sometidos durante toda su existencia.
Cansado de luchar, Gordon fue utilizado como perro guardián de una finca sin que nadie reparase en su triste semblante, en una vida marcada por la ausencia de libertad.
Su única misión era mantener a raya a posibles ladrones, un cometido de lo más absurdo y cruel para un gigantón con un corazón aún más grande que su cuerpo.
Gordon solo quería ser libre
Por suerte, alguien se apiadó de él y lo trasladó a la protectora malagueña, donde se afanaron por brindarle la vida que merecía.
Sus cuidadores aseguran en redes que era un perro completamente obediente y tranquilo, que solo deseaba disfrutar del paso de tiempo con una mano que le acariciase.
También le encantaba correr y jugar, cosa lógica, pues solo había conocido un pequeño perímetro de terreno durante toda su vida. Sus ganas de vivir eran máximas.
Por fin, adoptado
Tiempo después, el refugio publicó la esperada noticia: Gordon había sido adoptado. ¡Un final feliz que puso fin a una vida de soledad y cautiverio!