Una gata de cuatro años llamada Posey salió de su casa para dar un paseo.
La habían adoptado antes de que cumpliera un año y aunque ya no es una callejerita, de todos modos disfruta salir de vez en cuando a dar una vuelta y en esta ocasión, se quedó varias horas afuera.
Cuando volvió, estaba acompañada por una gatita bebé que la seguía a todos lados.
¡Te presento a Meesy, Mamá!
Antes de que los caminos de estas gatitas se cruzaran, Posey era una gata callejera que llegó a la casa de una buena persona, con sus tres gatitos, aunque ella misma no era todavía adulta.
Claudia Wright, propietaria de la casa, no pudo decirle no a la familia felina que tanto la necesitaba y les dio la bienvenida con los brazos abiertos.
Ayudó a la mamá a cuidar a sus bebés y le encontró a todos buenos hogares cuando fueron lo suficientemente mayores.
Se quedó con Posey, quien se ganó un lugar en el corazón de Claudia, y se convirtió en parte permanente de su familia.
Meses más tarde, Posey sorprendió a sus humanos un día cuando vieron a una pequeña gatita sin hogar que había seguido a su gata a casa.

Claudia nunca había visto a la gatita por el vecindario. Sospechaba que era una gatita huérfana, pero ahora había elegido a Posey como su nueva mamá.
Un vínculo indisoluble
Sin duda, la pequeña gatita le recordó a la gata atigrada a sus propios bebés. Posey de inmediato asumió las tareas de crianza, cuidando y acicalando a la pequeña gatita de 7 semanas como si fuera suya.
Cuando Meesy no estaba comiendo, siempre estaba acurrucada con Posey y a ésta parecía gustarle también la compañía de la pequeña.

Se hizo muy claro que ambas se habían unido y ya no podían ser separadas. Meesy necesitaba una mamá, y Posey extrañaba a sus gatitos. Ahora se tienen la una a la otra para siempre.
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