Cuando mi perro duerme pegado a mí, ¿qué ocurre? Con las simpáticas viñetas que describen situaciones de lo más divertidas, que te mostramos a continuación, lo verás muy claro.
Dormir con tu perro no solo es reconfortante, sino que también puede convertirse en una escena cómica llena de risas y anécdotas. Descubre las situaciones más ridículas y a la par adorables que viven los humanos que duermen con su perro.
Mi perro duerme pegado a mí
1. Posturas de perros: ellos también sueñan
Por muy grande que sea tu cama sabes que tu perro duerme pegado a ti, quieras o no. Algo que en invierno es glorioso con ese calorcito que desprende. Pero claro, los perros sueñan y tienen pesadillas de la misma manera que lo hacen los humanos. Un hecho que implica que se estén moviendo todo el rato y ¡nos despierten!
2. ¿Es malo que mi perro duerma en mi cuarto y en mi cama?
No existe una ciencia cierta que asegure que es malo, pero cierto es que te llevarás alguna que otra sorpresa si tu perro duerme contigo relacionada, por ejemplo, con... sus flatulencias.
La escena dos de la viñeta pasa por "ronco más que tú y hasta me echo gases". Ese pedo silencioso por el que te levantarías de la cama si no estuvieras muerta de cansancio.
Mi perro duerme pegado a mi espalda
3. ¿Por qué mi perro duerme pegado a mí?
Normalmente, la misión de los perros es achuchar a los humanos y darles todo el cariño del mundo. Ahora bien, ese "mi perro duerme pegado a mi espalda", ese calor costado con costado solo se trata de una estrategia. El objetivo final es ¡echarte de la cama!
Los perros van buscando su hueco, achuchando con el culo como el que no quiere la cosa y cuando te viene a sonar el despertador, estás en la esquina de la cama. O directamente tienes a tu perro casi encima de tuya. ¿Te resulta familiar la escena?
Tu perro quiere dormir contigo
Los perros tiene clara una cosa: quieren estar contigo, con nosotros, todo el tiempo y, también, tu perro quiere dormir contigo.
El proceder de Chufa es el siguiente. Ella duerme en su cama en el salón; y yo en la cama en mi habitación. Suelo dejar la puerta abierta, así que desde bien cachorra Chufa acostumbra a visitarme sobre las seis y pico de la mañana.
Sientes sus uñas sobre el suelo, cual zapatos de claqué, y al abrir los ojos tienes esa carita de chantaje de "¿me dejas subirme a la cama, pooorfa?". Y... ¡dejo que se suba!
Al principio cuando tienes perro pretendes impedir que se suba al sofá o a la cama, por aquello de mostrarle al mundo -y a ti misma- que está bien educado. Sin embargo, al final siempre sueles caer rendido ante sus encantos. O al menos ese fue mi caso con Chufa, a la que adopté hace 7 años.
Habla una mamá perruna primeriza: me cuesta resistirme al chantaje de esos ojos marrones de pestañas rubias. Y al final acabas viviendo, como poco, algunas de las 3 situaciones ridículas de arriba.
Recuerda:
La vida es demasiado corta para no dejar al perro subirse a la cama".
Guía para principiantes
