Peggy, una perrita de raza staffordshire bull terrier, fue la que encontró al indefenso pájaro y alertó a su familia humana.
Peggy, por su parte, no se despegó de su pequeña rescatada y poco a poco se volvió su mamá adoptiva.
Molly se queda
Cuando Molly se recuperó lo suficiente como para salir al jardín, se hizo evidente que estaba tan unida a la perra que no quería irse a pesar de que la familia trató de persuadirla para que volviera a su hábitat natural.
En una entrevista para Daily Mail, Juliette Wells, la cuidadora de ambos animales, dijo que dejan puertas y ventanas abiertas en la casa, pero que la urraca nunca las utiliza.
La urraca que ladra
Desde que Molly llegó a la casa, ha adquirido poco a poco algunos de los hábitos caninos de Peggy... ¡Incluidos los ladridos!
Lo curioso es que, cuando Molly oye a los demás perros del barrio, ¡también empieza a ladrar! Si hay algo seguro, es que quiere ser parte de la manada.
Adorable, ¿verdad? ¿Alguna vez has vivido algo así con alguno de tus animales?