Adoptar un perro es un acto completamente transformador. Para los humanos, solo aquellos que vivan esta experiencia la comprenderán. Es un sentimiento casi inexplicable que queda absolutamente reflejado en la evolución del perro al convertirse en un estallido de alegría.
La transformación de Sara es claro ejemplo de ello. Esta perra mestiza tenía cinco años de edad cuando se volvió invisible a los ojos de la mayoría. La que fue su mamá humana en Granada se separó y estaba desesperada por dar con una buena familia para Sara.
Sara se quedó sin hogar
No había manera. Nadie preguntaba por ella. "Es muy cariñosa y tiene muy buen carácter", explicaba a Wamiz España en el año 2020. Tanto deseaba encontrar a esa familia, que ella misma se ofrecía a llevarla a donde hiciera falta.
Y en noviembre de ese mismo año se produjo la magia. En la otra punta de Andalucía, una familia dio con el caso de Sara en Wamiz España. "Tras sentir el calor de un hogar, esta perra se ha quedado sola", decía el titular de la noticia.
"Me rompió el alma, no podía quedarme de brazos cruzados", recuerda Guille su nueva mamá adoptiva desde entonces. Tres días después, Sara viajó 300 kilómetros y llegó a Chiclana, en Cádiz donde le esperaba la familia con la que ya lleva cuatro años.
Nada más bajar de la furgoneta, "Sara me dio tal abrazo que ninguna palabra podría describirlo", explica Guille. Todos fueron a recibirla, su marido, su hija y el que era el otro peludo de la familia, Romeo, que falleció en mayo de 2023 a los 16 años. Toda una vida perruna.
Sara no tardó en adaptarse. Tuvo algún momento de tensión con Romeo, tal y como cuenta la familia en el vídeo de arriba, pero pronto entendió que en ese hogar había sitio y amor para todos.
Con cada uno de los miembros de la familia, Sara tiene su vínculo. "Mi hija se pasa todo el día dándole abrazos y Sara respondiendo con lametones".
Y aunque al principio no tenía muy claro que eso de salir a la calle también servía para hacerse sus necesidades, ya no hay salida que se le resista a Sara: le encantan sus paseos por la playa, el pinar o las salinas de Chiclana.
Sara se apunta a todos los saraos
Sin embargo, sí que hubo un cambio en ella tras la muerte de Romeo, su compañerito del alma que cruzó el arcoíris. Sara no quiere quedarse sola en casa y desde entonces la familia se la lleva a todas partes.
"Creo que Sara está abriendo la veda, logro que entre a sitios en los que en realidad no permiten que estén los perros", cuenta Guille. El colegio de la niña, un centro comercial, las fiestas del pueblo, la cabalgata de reyes… Sara se apunta a todos los saraos.
Tanto que media Chiclana la conoce y el que no, la saluda igualmente. "Los niños que se cruzan con ella la llaman y las familias del cole las saludan por su nombre". Ya saben de sus besos y mimos peludos.
De aquella perra a la que se le dibujaba un triste destino, no queda nada. Sara lleva cuatro años de transformación plena, es energía, es amor, es agradecimiento por compartir su vida con la que sí estaba destinada a ser su familia.
"Adoptar a Sara fue una buena decisión, ya que cambió nuestra vida, y creo que nosotros también la suya. Su mirada y su colita lo dicen todo. Es una más en la familia y sobre todo es feliz".