Hace unos días, los voluntarios del refugio It Takes a Village en Indiana, Estados Unidos, se encontraron con una situación desgarradora.
Un perro, atado a una silla durante la noche, había sido abandonado frente a sus instalaciones.
Identificado con chip, un propietario impasible
Visiblemente asustado, fue identificado como Chancey gracias a su microchip.
Sin embargo, al contactar a su propietario, los voluntarios se enfrentaron a una dolorosa realidad: la familia no mostró interés alguno en el destino del perro y, tras varias llamadas, solo recibieron respuestas frías y a inesperadas interrupciones de llamada.
Oficialmente abandonada, Chancey está en busca de un hogar que le brinde estabilidad y el amor que tanto necesita. Pronto será puesta en adopción, con la esperanza de un nuevo comienzo.