Sam comparte su vida con dos perros. Para adaptarse a su diferencia de tamaño, se acostumbró a darles trozos de frutas y verduras más grandes al perro más grande.
Pero sin que ella se diera cuenta, Nina, su hembra terrier australiano de 13 años, se metió a la boca un trozo de sandía que el otro había escupido.
Una carrera frenética para evitar que se ahogue
Maltratada por su primer propietario, Nina se acostumbró a engullirlo todo rápidamente, como si le fueran a quitar la comida. Esta vez, casi le cuesta la vida.
Presa del pánico, Sam saltó a su coche y condujo a toda velocidad hacia la clínica veterinaria, con su hermana sentada atrás intentando despejar las vías respiratorias de Nina.

Afortunadamente, en el camino, la perra pudo recuperar un poco de aire, y a su llegada, el equipo veterinario terminó de despejar su garganta.
Del miedo… al cuenco
De regreso a casa después del angustioso momento, Nina, lejos de estar decaída, se irguió con orgullo y reclamó su comida con insistencia, como si nada hubiera pasado.
En TikTok, el vídeo de su aventura ha llegado a casi medio millón de personas, divertidas por la tenacidad y el apetito de Nina.