El nombre de Cayetano Rivera Ordóñez vuelve a ocupar titulares, esta vez por un motivo preocupante: el grave accidente de tráfico que sufrió la madrugada del domingo en Alcalá de Guadaíra (Sevilla).
Según adelantó El programa de Ana Rosa, el torero perdió el control de su furgoneta y se empotró contra una palmera dentro de la urbanización Sevilla Golf, quedando el vehículo completamente destrozado.
El accidente de Cayetano Rivera que pudo tener un trágico desenlace
Los bomberos tuvieron que intervenir para rescatarlo, aunque, por suerte, Cayetano resultó ileso.
Las imágenes del siniestro, con el coche totalmente incrustado en el árbol, han causado impacto entre sus seguidores y entre quienes conocen su lado más íntimo y familiar.
Tango, el bóxer que espera a Cayetano Rivera
Más allá de los focos y el ruido mediático, hay una escena que emociona: la de Tango, su perro bóxer, que lo espera en casa.
Cayetano presentó a Tango junto a la que era su pareja, María Cerqueira Gomes, durante una entrevista y en varias publicaciones en redes sociales que mostraban su vida más tranquila y hogareña.
Quienes conviven con un perro saben lo que significa esa espera silenciosa: las horas mirando hacia la puerta, el sonido de unas llaves que no llegan, el rastro de un olor que sigue presente.
Mientras Cayetano se recupera del susto, su fiel amigo de cuatro patas, y los bóxers más peques de la casa, le esperan sin entender por qué la rutina se ha detenido de golpe.
Una historia con final esperanzador
Afortunadamente, Cayetano Rivera está fuera de peligro y se recupera tras el accidente. De hecho, el propio torero ha acudido a las dependencias policiales para aclarar toda la situación.
Su entorno más cercano confía en que el susto sirva para hacer una pausa y centrarse en lo realmente importante: su familia, su hogar y esos compañeros que no juzgan ni preguntan, sólo aman.
Porque después de cualquier accidente, de cualquier sacudida de la vida, siempre hay una bienvenida esperándonos: unas patas que corren, un rabo que se agita y unos ojos que sólo saben decir “ya estás en casa”.