Hace un tiempo, la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Málaga presentó al mundo a Merlín, un perro de grandes dimensiones en busca de una nueva oportunidad en la vida.
Y es que este perro fue utilizado como guardián de una finca. Al tratarse de un animal imponente, joven y atlético, su anterior propietario consideró que su trabajo perfecto era cuidar un terreno de su propiedad... y nada más.
Atado de por vida a un árbol
Merlín pasó toda su vida atado a un árbol con una cadena de hierro. Sin compañía, sin apenas visitas y en unas condiciones realmente lamentables que volverían loco a cualquiera.
Lo más doloroso de esta historia es que Merlín no es un perro agresivo. Bajo esa naturaleza robusta, encierra una personalidad afable y cariñosa. De hecho, se deja acariciar y mimar.
Desesperado, solo supo que debía escapar
La soledad llegó a tal punto que decidió dejar atrás su vida como perro guardián y escaparse de aquella cárcel en la que le había recluido su amo.
Lo encontraron vagando por las calles con la cadena aún en el cuello y sumamente apretada. Era evidente que había puesto su vida en juego en su lucha por la libertad.
Por suerte, una persona lo encontró y lo trasladó al refugio malagueño, donde fue acogido con los brazos abiertos.
Todos quedaron muy sorprendidos con él, ya que a pesar de tratarse de un perro de campo sin contacto con el ser humano, pronto demostró que confía en las personas y le encanta que lo acaricien.
Navegando por la página de la protectora, no se han encontrado actualizaciones sobre el paradero de este pequeño luchador.
Desde Wamiz, esperamos que encontrase una familia definitiva que lo mantenga lejos de cadenas, rejas y horas de soledad.