Ginta no era ni la sombra de lo que un día fue. Estaba sufriendo y su estado era lamentable cuando lo encontraron en 2014.
Por suerte, las personas adecuadas se cruzaron en su camino cuando más lo necesitaba.
Llamada de alerta
Los rescatistas del perro recibieron una llamada que les alertó del hallazgo. El perro tenía todo su cuerpo cubierto de pelo enredado y rastas.
Según comentaron los peluqueros caninos que lo atendieron en el refugio donde lo trasladaron, al perro nunca lo habían aseado antes.
No obstante, el perro supo dejar su sufrimiento a un lado. Para él, las rastas no fueron impedimento para mostrarse cariñoso con sus nuevos cuidadores.
Un aseo complicado y arriesgado
Con mucha paciencia y cariño, lo afeitaron muy suavemente para no hacerle daño. Lo cual, a tenor del testimonio de los voluntarios, no fue fácil.
Aparte del corte de pelo, los voluntarios le dieron un buen baño a Ginta.
La gran revelación
Después de cortarle el pelo y asear a Ginta, el animal se sintió libre para moverse y jugar por primera vez. Su nuevo look fue un alivio para el adorable peludo.
Mientras que a los voluntarios que rescataron a Ginta se les caía la baba con el nuevo aspecto del perro, se percataron de una cosa. Ginta era un caniche de raza cruzada.