El gato criollo colombiano o también llamado gato callejero es el que proviene de aquellos primeros ejemplares que los egipcios domesticaron.
Su genética revela que sus orígenes se pueden rastrear a través de diversos ejemplares de gatos que provienen de la mismísima África. Esta raza de gato es de las más antiguas.
Luego de que los griegos, fenicios y romanos llevaron los gatos egipcios a Europa, se cruzaron con el gato montés europeo, Felis silvestris, y con esto quedó conformado el gato común europeo, que luego fue traído a América.
El gato criollo conserva rasgos de sus hermanos salvajes: es muy inteligente, hábil cazador y tiene gran capacidad de adaptación a los cambios. Es tímido y desconfiado con los extraños porque en muchos casos ha sufrido situaciones traumáticas en sus primeros meses de vida.
En caso de que haya tenido una vida tranquila, será afectuoso y una excelente compañía para sus propietarios.
Características del gato criollo colombiano
El gato criollo suele vivir unos 15 años. Entra en la edad adulta a los 19 meses. Es un animal muy fiel y fuerte. Resiste con facilidad las enfermedades y con frecuencia se muestra deseoso de jugar. No tardará mucho en convertirse en el ojito derecho de toda la familia.
El Felis silvestris, uno de sus ancestros, le dejó una herencia de cuerpo pesado, compacto y musculoso. Los cruces que ha tenido a lo largo de su existencia le permiten alcanzar un peso que va de los 3,5 a los 5 kg.
Los colores de su pelaje tienden a un negro atigrado. Se trata de su color original, el que se puede ver con más frecuencia en condiciones normales.
La principal diferencia, por otra parte, entre los gatos mestizos y las razas puras es que cada gato mestizo lo es a su manera.
Es decir, el resultado de un cruce de dos razas distintas siempre va a ser diferente al resultado de otro cruce de otras dos razas, incluso cuando estas sean parecidas o incluso la misma.
Así, mientras que todos los gatos de razas puras tienden a parecerse entre sí, es posible encontrar camadas enteras de gatos mestizos en los que unos y otros toman características distintas de padre y madre. Esto convierte a cada ejemplar en algo único e irrepetible.
Consejos para tener un gato criollo
Si estás pensando en tener un gato criollo, debes tener en cuenta algunos consejos. Por ejemplo, recuerda que debes darle buenos alimentos.
Es mentira eso que se dice tan a menudo de que los gatos criollos comen de todo. Una buena ingesta de nutrientes asegurará una salud de roble para tu minino criollo.
De igual modo, recuerda dar un espacio propio a tu gato en el que pueda desenvolverse y jugar. Con ello evitarás que se vuelva un animal excesivamente casero y sedentario al tiempo que estimulas al cazador que lleva dentro.
Vacúnalo, mantenlo hidratado, mantén limpio su arenero y, sobre todo, evita errores de bulto como cortarle las garras. Ese tipo de gestos, que los humanos vemos como algo normal y a veces necesario, llenará a tu gato de inseguridad, pues lo privarás de una de sus principales herramientas para interacturar con su entorno.
Precio de un gato criollo colombiano
El precio puede variar mucho, pero suelen ser muy económicos. En Mercado Libre puedes encontrar gatos desde 20.000 hasta un millón de pesos colombianos.
A diferencia de lo que ocurre muchas veces con las razas exóticas, que se compran en lugares especializados por precios que pueden resultar para muchos prohibitivos, los gatos mestizos, fruto de la unión de dos razas distintas, han de esperar muchas veces a que los adopten en los refugios.
El gato criollo colombiano en el arte
El gato criollo colombiano se ha vuelto muy famoso gracias al artista Fernando Botero. El gato de Botero, de bronce, 7 metros de largo, 2 de alto y 2 de ancho, no es más de Barcelona porque no puede.
Al principio, como algunas de las obras de Gaudí, fue recibido con recelo. Ahora, sin embargo, ya es un símbolo histórico y representativo de la ciudad española.
Este gato se encuentra en la Rambla del Raval, donde cumple tres funciones: "la ornamental, la simbólica y la utilitaria".
La escultura Gato de Botero ha vivido en Barcelona un recorrido peculiar. El ayuntamiento la compró en 1987 y la ubicó inicialmente en el Parque de la Ciutadella, junto al zoo de la ciudad. Pero en 1992, con motivo de los Juegos Olímpicos, la colocó junto al Estadio Olímpico.
Más tarde, volvió a cambiarla de ubicación, para situarla en la pequeña plaza de Blanquerna, detrás de las Drassanes.
Este gran gato de bronce, gordo, de cara infantil y larga cola, se ha convertido en un elemento simbólico del barrio. Además, dado que se encuentra directamente sobre el suelo sin pedestal alguno, siempre hay algún aventurero que lo escala, ya sea para hacerse una divertida sesión de fotos o simplemente para jugar.