La muerte de un perro duele tanto o más que la de un ser querido humano. Lo vemos con historias como esta y, además, es algo demostrado por la propia ciencia de la psicología.
Un año sin su querida perra
"Querida Noa, se cumple el primer año sin ti. Te echo de menos todos los días", comienza la carta publicada por Amanda Romero el 3 de abril de 2024 en su perfil de Instagram. "Ya he conseguido nombrarte sin llorar y hasta puedo reírme a carcajadas contando anécdotas".
La que fuera concejala por el Ayuntamiento de Madrid y conocida por su activismo por los animales compartió nada menos que 15 años junto a Noa. "Perderte fue arrancarme un ventrículo, una aurícula o cualquier órgano vital".
Un sentimiento, un dolor que entienden la mayoría de las personas que le comentan la publicación a Amanda Romero en Instagram, personas que le envían abrazos de apoyo al emocionarse tras leer sus palabras.
"Claro que te echo de menos todos los días", termina Romero. "Nuestro amor vive pegado a las rocas, al mar y a las montañas. Ya no vives conmigo, pero vives en mí".