La figura de Lilly Allen está candente en los últimos días, desde que se conociera que devolvió a su perro al refugio de donde lo adoptó, como recogimos en Wamiz España hace unos días.
Amenazas de muerte por devolver a su perro adoptado
Desde que se supiera de su decisión, la cantante británica no ha parado de recibir "amenazas de muerte" e insultos en redes sociales de toda índole.
Según contaba ella misma, la gente "ha estado reaccionando furiosamente a una combinación deliberadamente distorsionada de citas diseñadas para hacer enojar al público".
Hasta PETA, organización de personas por el trato ético de los animales, reprochaba a Lilly su decisión en Twitter (ahora llamada X):
"Usted se rió al hablar de abandonar a Mary y arruinó la vida de esa pobre perra. Ella pensó que tenía un hogar para siempre antes de que la echaras, llamándola 'esa perra de mierd* que 'arruinó mi vida'. Qué vergüenza".
Lilly respondió a estas declaraciones de PETA señalando su intención de "avergonzarla perpetuando mentiras". De hecho, la compositora se explicó en su podcast:
En realidad adoptamos a la perrita, pero luego se comió mi pasaporte y por eso la llevé de vuelta. Se comió nuestros tres pasaportes y tenían nuestros visados".
"Fue durante la pandemia del COVID y fue una absoluta pesadilla logística. Y como el padre de mis hijos vive en Inglaterra, no pude llevarlos a verlo durante cuatro o cinco meses porque la perra de mierd** se comió los pasaportes".
Y continúa: "Yo simplemente no podía mirarla. Le decía: 'Me has arruinado la vida'... Los pasaportes no fueron lo único que se comió, era una perra que se portaba muy mal y realmente me esforcé mucho con ella, pero simplemente no funcionó y los pasaportes fueron la gota que derramó el vaso, por decirlo de una manera".
Duro proceso de adaptación
En un comunicado en Twitter, Lilly explica que la decisión no se reduce a devolver a la cachorra sin más. Previamente hubo todo un periodo de hacer lo máximo posible porque el animal se quedara en esa familia, pero hay perros adoptados que no se adaptan o tardan más.
"Trabajamos con el refugio del que la rescatamos y nos remitieron a un especialista en comportamiento y a un entrenador profesional. Fue un voluntario del refugio quien venía a cuidarla cuando no estábamos".
Después de muchos meses y mucha deliberación, "todos estuvimos de acuerdo en que nuestra casa no era el mejor lugar para Mary".