Duke vivía feliz con su familia. Su cuidador, militar de profesión, estaba acostumbrado a cambiar de país y estuvieron viviendo en Alemania antes de regresar a Estados Unidos, su país de origen.
Tras finalizar una misión en Europa, la familia regresó a Estados Unidos, donde dieron la bienvenida a Duke. Sin embargo, el soldado fue destinado de nuevo a Alemania, lo que requería una mudanza inmediata.
Por desgracia, Duke no cumplía con los requisitos para cruzar el Atlántico. A su pesar, su familia lo dejó en el refugio de la "Lynchburg Humane Society" con la esperanza de recuperarlo en cuanto pudiesen.
Pasan los meses, su familia no regresa
Aunque Duke estaba afectado por la ausencia de sus tutores, se adaptó muy bien al refugio y se mostraba siempre muy simpático con el personal.
A pesar de que su cuidador se mantenía en contacto permanente con la asociación, le era imposible ir a buscarlo.
Los meses siguieron pasando y Duke no encontraba una familia.
Al otro lado del océano, su propietario seguía en contacto con la asociación, y, según él, hacía todo lo posible por regresar a Estados Unidos.
El reencuentro
Finalmente, seis meses después de su llegada al refugio, Duke vivió el reencuentro que tanto esperaba.
En enero de 2025, los cuidadores de Duke por fin pudieron dejar Alemania y regresar a Estados Unidos. Nada más aterrizar, se dirigieron directamente al refugio para reencontrarse con Duke, protagonizando un emotivo momento.
El refugio no podía esperar un mejor desenlace. Aunque tuvieron que abandonar a su perro en contra de su voluntad, los tutores de Duke nunca lo olvidaron e hicieron todo lo posible por volver con él.