Las lápidas están desgastadas y algunas incluso cubiertas de musgo.
Se nota su antigüedad. Hay un total de 13 lápidas, protegidas por imponentes abetos, robles rojos y tuyas, que se alzan en este cruce de caminos como un recuerdo silencioso.
De hecho, este pequeño cementerio situado en Esslingen (Alemania) esconde una auténtica peculiaridad que ha conmovido especialmente a los amantes de los animales.
Tumbas de perros halladas en un bosque
Lisel y Wolle, así como Afra y otros perros, yacen aquí. Todos ellos fueron perros de caza de los guardabosques locales, que de esta manera preservaron un recuerdo eterno de sus queridos compañeros de cuatro patas.
Este cementerio canino fue creado por Friedrich Hohl, guardabosques de Lobenrot entre 1897 y 1932, al servicio del rey Guillermo II de Baden-Wurtemberg.
Una verdadera joya histórica
Las inscripciones en ellas no solo revelan el nombre de cada perro, sino también el año de su nacimiento y de su muerte.
Esto ha revelado otro detalle interesante: el guardabosques tuvo varios perros durante una misma época.

El pequeño cementerio de perros se creó en 1912, lo que lo convierte en el segundo cementerio de animales más antiguo de Europa. En 1970 se enterró en Lobenrot al último perro de un guardabosques.
El Cimetière des chiens, creado en 1899 en Asnières-sur-Seine, cerca de París, es el más antiguo.