Las rescatistas llegaron al lugar donde encontraron al perro lo antes posible. El animal se escondía frente a un concesionario de coches.
Suzette y Mary, una voluntaria que la acompañaba, se instalaron para observar la estrategia del cánido.
Una pequeña confusión
Tan pronto como los primeros clientes del concesionario fueron llegando, el perro comenzó a seguirlos uno por uno.
Las rescatistas se sintieron muy tristes al ver al perro, al que terminarían llamando Rollie, rondando a los clientes.
La persona que se había encargado hasta entonces de dejarle comida le indicó a las rescatistas que el perro huía en cuanto se le acercaban, por lo que decidieron colocar una jaula trampa.
Primer fracaso
Por desgracia, el ruido de la jaula asustó a Rollie y huyó. Sin embargo, no se quedó muy lejos, y empezó a dar vueltas. Además, seguía a los clientes, interrogándolos con la mirada.
Las rescatistas decidieron cambiar de táctica. Mary se acercó al perro y comenzó a hablarle con cariño.
Las rescatistas llevaron inmediatamente a Rollie a la clínica veterinaria, donde se encuentra desde entonces.
Por el momento, Rollie sigue buscando familia.