Los cachorros son curiosos por naturaleza. Sus primeras impresiones ante ciertas cosas son de lo que no hay, como el susto al descubrirse a sí mismo en el espejo.
O el de la reacción este cachorrito de cane corso al ver una estatua: ¡es oro puro!
Su mayor enemigo: una estatua
Marino es el humano del perrito. Pasea con él por un parque de Estados Unidos en el que hay diferentes estatuas.
El cane corso, llamado Luca, como buen cachorro que es, lo va olisqueando todo tranquilamente hasta que se topa con una sombra.
Recula un poco, por si acaso, rompiendo todos los clichés de perro guardián asociados a su raza. ¡Es muy pequeño todavía!
Marino le pregunta de vez en cuando “¿Luca, qué es eso?”. Y la escena se repite con otra estatua. Parece que el ladrido del cachorro le devuelve la pregunta al humano: “¡¿Pero eso qué es?!”.
Después de reproducir la gracia, el humano de Luca le anuncia lo que más le gusta a su pequeño: "¡Vamos a jugar!"