Cesur es un perro mestizo que sufrio algo muy doloroso: la muerte de su humano. Mehmet Ilhan murió a la edad de 79 años en un hospital de Turquía en 2020. Para el perro Mehmet era su mundo y con su pérdida su mundo se derrumbó.
En el entierro, el perro encabezó el cortejo fúnebre. Según contó Ali, el hijo de Mehmet, “nadie podía tocar al perro hasta que llevó a mi padre a la tumba y lo enterraron” .
Desde aquel día, el perro vive con Ali y se adaptó rápido. Sin embargo, adquirió una nueva costumbre: “La gente que trabaja en el cementerio dice que lo primero que hace cada mañana es visitar la tumba de mi padre”.
Cesur repite esto a diario. Es curiosa la forma en que los perros crean vínculos con sus humanos, al nivel de que no olvidan a un verdadero amigo.