Desde que nacieron Inna y Zelda saben lo que significa vivir en soledad en el campo, sin una familia que las cuide.
Los primeros siete años de su vida fueron tan duros que es increíble que hayan sobrevivido. Pero a veces el destino da sorpresas propiciadas por actos desesperados, tal y como les ocurrió a ellas.
Un vida muy dura
Estas perras fueron rescatadas cuando eran cachorros por un hombre bienintencionado. Sin embargo, este individuo no podía tenerlas en su casa así que les construyó un refugio en el campo. A diario, su propietario les llevaba comida, pero eso no era suficiente. Las perras no tenían acceso a la atención veterinaria necesaria y se veían obligadas a vivir en un pequeño refugio al aire libre que no las protegía ni de las inclemencias del tiempo ni de cualquier otro peligro.
A medida que el terreno que rodeaba el campo se fue urbanizando, la gente comenzó a quejarse de Inna y Zelda. Las perras ya no estaban seguras en ese lugar y ansiaban amor y compañía puesto que solo se relacionaban con el hombre que les proporcionaba una ración de comida.
Final feliz
Afortunadamente, cuando una organización de rescate local de Rumanía, Howl Of A Dog, se enteró de la situación de Inna y Zelda, se mostró dispuesta a ayudar. En cuanto Inna vio a los rescatadores, fue como si supiera que era su única oportunidad de salvarse.
Nada más ver a uno de los rescatadores, Inna se acercó a él, se tumbó a su lado e incluso levantó la pata para pedir que le dieran un masaje en la barriga.
Después de muchas caricias y numerosos masajes en la barriga, las dos perras fueron llevadas a un refugio. No pasó mucho tiempo hasta que una familia acogió a Zelda en Alemania. Sin embargo, Inna tuvo que esperar un poco más para encontrar un humano dispuesto a cubrirla de caricias. Pero finalmente ocurrió. Una familia de los Países Bajos se enteró de su historia e inmediatamente le ofreció un hogar a su altura.
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