Ataviado con una corbata azul, Pipo sale en pantalla a la vera de su humano, acompañados por una tarta con globos y el número 15 bien grande para celebrar el cumpleaños del perro.
Pipo, de raza border collie o cruce de ella, no aparta la mirada de Pablo mientras éste lee en alto la carta que le dedica a su mejor amigo. Hay tanta emoción en el ambiente que el humano rompe a llorar al poco de empezar, emoción que traspasar la pantalla y contagia a las más de 130 mil personas que ya vieron el vídeo.
15 años de amor perruno
Pablo eligió este último 14 de febrero, San Valentín, para festejarle el cumpleaños a su perro abuelo porque, como ocurre con la mayoría de los animales abandonados, no se sabe con certeza su fecha de nacimiento, "ya te adopté grande", le cuenta.
"Contigo aprendí, me enseñaste el valor de la vida, a quererme y a salir adelante. 15 años donde nos abrazamos, reímos, lloramos, nos peleamos, discutimos, pero nunca jamás fue opción abandonarnos", asegura Pablo.
Pipo, ya sordo y ciego por la edad, no aparta la mirada de su humano. Esa sensación que nos queda a las personas, una vez más, de que en su mundo, a su manera, los perros entienden cada cosa que les transmitimos.
A lo largo de esos 15 años, Pipo y Pablo también dieron espacios para dos hermanos perrunos más, Sorita y el Rubio. Para el humano esto es una manera de "demostrarle a la gente que sí se puede adoptar", darle una oportunidad por años a un compañero que antes estaba "muerto de hambre en la calle, esperándote para que lo adoptes".
Las conmovedoras palabras de Pablo, al que se le escucha con la voz entrecortada, llegan el corazón de miles de personas. "Como lloré, no me puedo ni imaginar lo lindo que es sentir tener a tu peludo tantos años", comenta una persona en Instagram.
Que vivan por siempre los perros de la calle
"Comprensión, 0%; llorando al 200%", dice otro usuario. "Te juro que puedo sentir cada cosa que dices porque me identifico con cada palabra y vivencia", es el sentimiento compartido por aquellos que aman a sus perros.
"Muchas gracias por ser el protector de mis peores tormentas, en los momentos más oscuros de mi vida", le insiste Pablo a Pipo.
Y finaliza: "Que vivan por siempre los perros de la calle. Siempre". Entre estas últimas palabras y la escena final, aparecen Sorita y el Rubio, justo cuando Pablo suelta la carta ya leída y con lágrimas en su cara besa y abraza a su querido Pipo.