En la ciudad china de Jinzhong, un perro vagaba por las calles hace cuatro años cuando alguien se cruzó en su camino.
Tan pronto como la mujer cruzó la mirada con el triste cachorro abandonado, se detuvo y le dio algo de comer. El animal estaba tan agradecido que sus ojos se llenaron de lágrimas.
El miedo es demasiado fuerte
Cuando la mujer quiso llevarse al animal, el perro se asustó. Los viejos traumas regresaron. El pequeño animal no podía entender que las manos extendidas hacia él quisieran ayudarlo y mimarlo.
"Tenía miedo de que lo raptaran. Los perros callejeros son muy cautelosos, por su propia seguridad", explicó la mujer.
Sin rastro del perro
Desafortunadamente, el perro huyó. La mujer regresó varias veces al lugar donde lo había encontrado, en vano.
Un recordatorio más del trauma que sufren los perros abandonados y del bien que le puede hacer a un animal optar por la adopción.