En 2016, el refugio de Long Island se encontraba a su máxima capacidad, albergando a más de cien perros en busca de hogar. Sin embargo, la historia de Brenda destacó como una de las más tristes.
Cuando la gente camina por los las jaulas del refugio, casi todos los perros se apresuran a la verja y a ladrar, pero Brenda se queda acurrucada en su cama.
La historia de Brenda
"Si alguien entrara al refugio y me preguntase qué perro necesita un hogar con más urgencia", decía John Esposito, voluntario del refugio animal Hempstead Town, "sin duda, le diría que Brenda."
Brenda fue llevada al refugio después de ser rescatada de la calle. Desde entonces, experimentó constantes temores en su entorno, lo que resultó en una notoria pérdida de peso debido a la ansiedad.
A pesar de los esfuerzos del refugio por ayudarla a recuperar peso, su estado físico seguía siendo delicado. Un voluntario la describió como "un corderito callado", destacando su naturaleza tímida y amable.
Por mucho tiempo, Brenda tuvo miedo de salir a caminar.
Brenda se mostraba tan calmada que, al contrario que otros muchos canes, no perseguía a los patos, sino que los veía pasar, como si estuviera perdida en sus pensamientos.
Con cada paso que da, los voluntarios ven en Brenda un tipo especial de magia esperando salir a relucir. Cuando alguien se acerca para sacarla a pasear, ella lanza una mirada que sugiere que no se siente merecedora de ese cariño: "Es como si pensara: '¿De verdad? ¿Yo? ¿Me eliges a mí?'", explicaba un voluntario.
Recuperando las ganas de seguir adelante
Tiempo después, el refugio percibió un gran cambio en Brenda.
Cuando veía a sus amigos, su cola empezó a moverse un poco, algo que antes era inimaginable. Era un movimiento imperceptible, pero estaba ahí.
En el campo, caminando, los voluntarios afirmaron percibir un atisbo de sonrisa en las comisuras de su boca. Tenía un aura que uno de los voluntarios describió como "energía tranquila y relajante".
Un día resultó extraordinariamente memorable para los voluntarios. Optaron por llevar a Brenda a una sala de la perrera, donde la aguardaban numerosos juguetes y pelotas de tenis.
Brenda no podía creer su suerte y algo se iluminó detrás de sus ojos curiosos y reflexivos. Se entregó al juego sin cesar hasta que llegó el momento de regresar a su jaula. Un voluntario confesó: "Ese día se le notó genuinamente feliz".
Fue probablemente entonces cuando el refugio se dio cuenta de que la perrita por fin estaba preparada para encontrar una familia. Así pues, crearon un perfil de Facebook para facilitar su adopción.
Afortunadamente, el 21 de agosto de aquel mismo año, la buena noticia se confirmaba: Brenda se subía al coche que le llevaría a su nuevo hogar.
Esperemos que, allá donde esté, sea la reina de la casa. Su ejemplo de superación y sus ganas por recuperar la sonrisa son una lección para todos. ¡Se lo merece!