En un concurrido barrio de Los Ángeles (Estados Unidos), un detalle inusual atrajo recientemente la atención de los transeúntes: una carretilla estacionada entre dos macetas, de la que asomaba una pequeña cabeza.
Un pequeño perro, acostado en la cubeta de metal, en medio del bullicio y el ir y venir de la gente, parecía esperar a alguien.
Los vecinos creyeron al principio que habían dejado al animal un momento, pero los días pasaban y el animal seguía allí.
Un escondite como único refugio
"Durante un buen tiempo, esta pequeña alma hizo de esta carretilla su cama", relató Suzette Hall, fundadora de Logan’s Legacy 29, en Facebook. "En medio de un barrio, rodeado de coches, ruido, gente… eligió ese rincón. Se acurrucó allí, solo, y esperó."
Lamentablemente, nadie lo reclamaba como suyo.
Una nueva vida para Willy
Alertada en el refugio donde trabaja, Suzette Hall acudió sin demora al lugar. Fue ella quien logró acercarse a él y, finalmente, llevarlo a las instalaciones de la protectora.
Lo bautizó con el nombre de Willy. Resultaba imposible saber cuánto tiempo había estado allí el animal ni cómo había terminado en esa carretilla. Una sola cosa era segura: "Se merecía algo mejor", escribió la rescatista.
Willy fue llevado de inmediato al Camino Pet Hospital. A pesar de su doloroso pasado, se mostró muy feliz de estar finalmente a salvo. El veterinario no detectó ningún problema de salud, y Willy pudo ser llevado con una familia de acogida poco después.
Ahora, sus rescatistas esperan encontrarle pronto una familia definitiva. Mientras tanto, se alegran de recibir habitualmente noticias del pequeño.