Jane Goodall, pionera en el estudio de los chimpancés y una de las mujeres más influyentes en la defensa del mundo animal, falleció a los 91 años.
La noticia de su muerte, conocida este 1 de octubre de 2025, conmueve a millones de personas en todo el mundo, no solo por su inmensa aportación científica, sino también por el legado ético y humano que deja tras de sí.
Jane Goodall fallece a los 91 años: adiós a la defensora de los animales
Desde niña, ya mostraba una conexión especial con los animales. Una de sus fotos más entrañables la retrata abrazando a su gatito Figaro en la casa familiar de Bournemouth (Inglaterra).
Y otro de los grandes compañeros de su infancia fue Rusty, su perro, a quien siempre recordó como su "primer maestro".
explicó Goodall en más de una ocasión. Rusty me enseñó que somos parte del reino animal y que no somos los únicos seres con personalidad y con mentes capaces de razonar. Y, sin duda, que no somos los únicos seres que sienten emociones, como la felicidad, la tristeza o el miedo",
Esos vínculos tempranos marcaron el rumbo de su vida y la llevaron a dedicar décadas a defender a chimpancés, perros, gatos y, en definitiva, a todos los animales.
Una vida dedicada a cambiar la forma de ver a los animales
Nacida en Londres en 1934, Goodall revolucionó la primatología con sus investigaciones en Gombe, Tanzania. Fue la primera en demostrar que los chimpancés usan herramientas, sienten emociones y mantienen lazos sociales complejos.
Fundó el Instituto Jane Goodall y creó el programa educativo Roots & Shoots, que inspiró a generaciones de jóvenes en todo el mundo a comprometerse con el planeta.
Cuando Jane Goodall habló de perros y gatos
Aunque los chimpancés fueron el centro de su carrera, Goodall nunca dejó de recordar que los animales más cercanos, como perros y gatos, también poseen emociones y conciencia. Una de sus frases más célebres lo resume así:
No puedes compartir tu vida con un perro o un gato y no saber perfectamente que los animales tienen personalidades, mentes y sentimientos".
Además de esa visión, apoyó iniciativas y denuncias que la conectan directamente con el mundo del perro:
Denunció el genocidio de perros en Marruecos, ante el riesgo de sacrificios masivos de animales callejeros por la organización del Mundial 2030.
Apoyó la creación de unidades caninas contra el tráfico de fauna en el Congo, donde perros entrenados ayudan a frenar el comercio ilegal de especies silvestres.
Un legado que nos queda cerca
La partida de Jane Goodall recuerda a la sociedad la importancia de su mensaje: cada ser vivo importa. Su mirada científica, unida a una profunda compasión, abrió el camino para entender que los vínculos, la alegría y el dolor son universales.
Las personas que convivimos con perros y gatos lo sabemos: basta mirarlos a los ojos para comprender que no estamos solos en sentir. Ese fue el gran regalo de Goodall, y la tarea que nos deja es clara: proteger, denunciar el maltrato y seguir construyendo una convivencia respetuosa con todas las especies.