Abandonada por su primera familia, Chelsey esperó durante mucho tiempo tras las rejas de la Sociedad Humanitaria de Winnipeg, en Canadá.
En 2016, la perra, desconfiada y asustadiza, no atraía a muchos adoptantes, hasta que un día Kiera se detuvo frente a su jaula. A pesar de las advertencias del personal, que la avisó de su carácter reservado, la joven sintió una conexión inmediata con el animal.
Los primeros meses de convivencia no fueron fáciles. Chelsey tenía miedo a los ruidos, a los desconocidos y le faltaba confianza. Fueron necesarios casi seis meses de paciencia, amor y constancia para que la hembra por fin se calmara.
Durante nueve años, compartió sus alegrías, sus penas y cientos de momentos de ternura.
Un encuentro para siempre
Chelsey acompañó a Kiera en cada etapa de su vida, pero su felicidad llegó a su fin el pasado mes de agosto, cuando Chelsey falleció pacíficamente junto a quien le había devuelto la confianza.
Su carta, publicada en la página de Facebook de la Sociedad Humanitaria de Winnipeg, conmovió a los internautas. En ella, la mujer agradecía a los voluntarios que hubieran cuidado de la perra antes de su adopción antes de ofrecerle una segunda oportunidad.
Una carta que recuerda el sentido de la adopción
El mensaje de Kiera llegó al corazón de los miembros del refugio. La responsable de comunicación del refugio explicó a Newsweek que el equipo recibía a menudo noticias de los adoptantes, pero que mensajes de este tipo daban sentido a su labor.
Desde entonces, la publicación cuenta con cerca de 500 reacciones, así como numerosos comentarios que elogian la valentía y la amabilidad del equipo. Muchos también quisieron rendir homenaje a Chelsey, que se ha convertido ya en un símbolo de amor y resiliencia.