Rob supo que algo pasaba. Sadie estaba allí de pie, mirando fijamente la entrada de la casa de su vecino.
No importaba cuántas veces la llamara: la gran danés permanecía quieta, sin moverse de su sitio.
Una misión de rescate
Rob oyó lo que le pareció el gruñido de un ciervo a lo lejos. ¿Podría ser eso lo que Sadie estaba mirando? Parecía improbable, ya que habría querido perseguirlo en lugar de quedándose mirándolo.
Rob corrió hacia donde estaba su perra y descubrió a su vecino, de 89 años, tumbado boca abajo en la entrada de su casa.
El hombre se había resbalado en el hielo cuando había salido a buscar el correo por la mañana. Incapaz de levantarse, esperó más de una hora hasta que Sadie lo descubrió.
Rob llamó inmediatamente a una ambulancia. Mientras la esperaban, Sadie no se movió del lado del anciano, como si quisiera protegerlo.
¡Por poco!
El vecino sufrió algunos hematomas y una fractura de cadera, pero las cosas podrían haber sido mucho peores si Sadie no se hubiera negado volver junto a su propietario.