Existe un grupo de enfermedades en los perros que pueden ser graves pero que son prevenibles si se siguen adecuadamente los esquemas de vacunación. El moquillo es una de ellas.
El moquillo es muy difícil de tratar una vez que se manifiesta en tu perro, pero es muy fácil prevenirlo a través de un esquema de vacunación juicioso y a tiempo.
Las vacunas son el arma más efectiva para evitar que los perros de cualquier edad se enfermen, puedan tener lesiones de por vida o incluso puedan morir.
Por eso es importante que desde las primeras semanas de vida prestemos atención a la medicina preventiva: aquella que se usa antes de que se empiecen a manifestar los síntomas de una enfermedad.
Dentro de las enfermedades fácilmente prevenibles a través de las vacunas podemos encontrar la rabia, la parvovirosis, la hepatitis y el moquillo.
¿Qué es el moquillo canino?
Conocido también mundialmente como distemper canino o, menos frecuentemente, como enfermedad de Carré (en honor al médico veterinario y microbiólogo francés Henri Carré, quien descubrió el virus en 1905), el moquillo es una enfermedad muy frecuente en los perros de todo el mundo.
Se trata de una enfermedad viral (transmitida por un virus del género Morbillivirus y de la familia Paramyxoviridae) que puede afectar a diferentes especies animales entre las cuales podemos encontrar a los cánidos (como el perro doméstico, los aguarás guazú, los zorros, etc.), los mustélidos (como las nutrias, los grisones, los hurones, etc.), los hiénidos (como las hienas pardas o rayadas), los prociónidos (como los mapaches, los coatíes o los olingos, etc.), entre otras especies.
Se describe como una enfermedad altamente contagiosa y en muchos casos mortal, aunque se conocen casos exitosos de tratamiento, cuya tasa de muertes en perros está justo por debajo de la rabia.
Afecta principalmente a los cachorros, adultos mayores, perros adultos que no han sido vacunados, perros vacunados que no han manifestado una respuesta satisfactoria frente a la vacuna o perros con enfermedades graves que no tienen respuestas adecuadas del sistema inmune (el que aporta las defensas necesarias para que tu perro no sea víctima fácil de enfermedades).
Contagio y transmisión del moquillo en perros
Los primeros estudios para conocer el mecanismo de transmisión del moquillo tuvieron su origen en el siglo pasado: el virus era descrito como el causante de la fiebre en los perros y se demostró que los perros sanos se contagiaban al tener contacto con saliva o secreciones nasales de los infectados.
Por este motivo, y también por el desconocimiento de la enfermedad, se le confundió durante mucho tiempo con una variante de la rabia canina.
Estudios realizados posteriormente llegaron a la conclusión de que el virus del moquillo canino circula en el aire en forma de aerosol (una partícula diminuta suspendida en el aire) proveniente de un perro enfermo. Estas pequeñas partículas pueden contaminar el aire, el agua o la comida, de donde son adquiridas por el perro sano.
Contagio y transmisión del moquillo de perros a humanos
Si bien el virus del moquillo canino comparte ciertas similitudes con el virus del sarampión, que afecta a los humanos, por pertenecer al mismo género de los Morbillivirus, los agentes causales de ambas enfermedades son diferentes y afectan a especies diferentes.
En conclusión, tu perro no te puede contagiar de moquillo por lo que esta enfermedad no se considera zoonótica (transmisible de los animales a los seres humanos).
Síntomas del moquillo en perro
Generalmente, los primeros síntomas notorios aparecen entre los 14 a 18 días posteriores al contagio, pero podrás empezar a observar cambios no específicos pasados 3 a 6 días de la infección.
Por este motivo es importante que prestes atención a cualquier cambio de comportamiento o de salud de tu perro para que lo aísles de otros perros inmediatamente. Recuerda que esta es una enfermedad altamente contagiosa.
El virus del moquillo canino tiene preferencia por ciertos órganos o sistemas como el linfático, nervioso o el epitelio (que recubre casi todas las superficies del organismo). Esta información es importante porque las primeras manifestaciones de la enfermedad involucrarán estos órganos o sistemas de tu perro.
Los principales síntomas que se desarrollan a causa del moquillo se pueden dividir en fases. Sin embargo, estas no ocurren siempre en ese orden en específico.
Primera fase
- Fiebre
Se manifiesta de forma repentina y sin un origen aparente en los primeros días de la infección (después del tercer día). La principal característica de esta fiebre es que desaparece luego de 1 o 2 semanas y, posteriormente, reaparece en la segunda fase.
- Inapetencia
Notarás que tu perro deja de comer en la primera semana de infección.
Segunda fase
- Secreción nasal
Esta puede ser acuosa (transparente), serosa (ligeramente turbia) o con pus (de color amarillo o verde).
- Secreción ocular
Puede ser acuosa o mucopurulenta. Esta será abundante; sin embargo, los ojos de tu perro no tendrán enrojecimiento o inflamación.
- Alteración en las células de la sangre
Se requiere la realización de un examen completo.
- Depresión
Tu perro se sentirá desmotivado en actividades que antes le llamaban la atención como jugar, dar un paseo o incluso comer.
- Deshidratación
- Pérdida de peso
Tercera fase
Esta es la fase en la que se desarrollan los síntomas más graves. Esta sintomatología podrá observarse independiente (en un solo sistema) o en conjunto (afectando varios órganos a la vez).
- Síntomas gastrointestinales
Diarrea y vómito abundantes.
- Síntomas respiratorios
Estornudos, tos, dificultad para respirar y/o respiración abdominal.
- Síntomas dermatológicos
Formación de lesiones purulentas en la piel, engrosamiento de la piel de las almohadillas (pulpejos) o la nariz, cambios en la coloración de los dientes, desarrollo de enfermedades oculares (enrojecimiento, inflamación, dificultad para ver, entre otros).
- Síntomas neurológicos
Salivación, bruxismo (movimientos involuntarios de la mandíbula), calambres, convulsiones o movimientos involuntarios de la cabeza, inclinación de la cabeza hacia un lado, parálisis, incoordinación, dolor, fobia a la luz o a estímulos externos intensos, dolor y vocalizaciones.
Tipos de moquillo canino
De acuerdo con el desarrollo de la enfermedad y la intensidad de los síntomas, se puede clasificar al moquillo canino en tres tipos:
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Moquillo agudo
Este es el más común de los tres. Los primeros síntomas se pueden observar al tercer día, pero es entre los 7 a 14 días que el perro empieza a manifestar síntomas leves como fiebre, falta de apetito, decaimiento y aumento de secreciones oculares y/o nasales.
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Moquillo subagudo
Algunos perros, principalmente en etapas avanzadas de la enfermedad, empezarán a desarrollar los síntomas neurológicos previamente mencionados. Estos tienen lugar pasados días, semanas o incluso meses luego de la infección.
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Moquillo crónico
Este tipo de moquillo se produce en perros adultos mayores (de 5 años en adelante). En ellos, los síntomas serán mayormente nerviosos como incoordinación, debilidad en los miembros posteriores, movimientos frecuentes e involuntarios de la cabeza, cambios de conducta e hipersensibilidad al entorno.
Diagnóstico del moquillo en perros
Es importante que conozcas muy bien cuáles son los comportamientos y actitudes normales de tu perro para que, ante cualquier cambio repentino, puedas consultar con el médico veterinario.
El moquillo es una enfermedad que puede tener una sintomatología similar a cualquier otra y los signos más graves pueden llegar a manifestarse pasados días, semanas o meses posteriores a la infección y aparición de los primeros síntomas generales.
Debido a esto, el médico veterinario necesitará conocer la historia clínica completa de tu perro (edad, esquema de vacunas, sintomatología, condiciones de la madre y de los hermanos, contacto con animales sospechosos de enfermedad, entre otros) para, posteriormente, hacer uso de diferentes ayudas diagnósticas como análisis de sangre y suero y otras pruebas de laboratorio.
Estas son indispensables para confirmar la presencia o no del virus de manera acertada.
Tratamiento del moquillo en perros
En la actualidad no existe un tratamiento 100% efectivo contra el moquillo. La mayoría de los tratamientos irán enfocados principalmente a disminuir la sintomatología, evitar el progreso de la misma y reducir el riesgo de presentación de otras enfermedades que se beneficien del bajo estado inmunológico del animal.
Una vez detectados los primeros síntomas o diagnosticada la enfermedad, el médico veterinario podrá empezar un tratamiento con antibióticos, analgésicos, antipiréticos (para reducir la fiebre), anticonvulsivantes, terapias alternativas (para brindar calma y reducir los efectos nerviosos) y, lo más importante, una adecuada nutrición e hidratación.
Aunque la duración de la enfermedad y el pronóstico de los perros enfermos es reservado, dependiendo de la gravedad de los síntomas, la edad y otros factores, muchos perros logran sobrevivir con el tratamiento previamente mencionado.
Cuando el virus manifiesta síntomas neurológicos, estos pueden permanecer en el animal de por vida como secuelas de la enfermedad.
Remedios caseros para el moquillo en perros
Al igual que sucede con la medicina tradicional, no existe un tratamiento casero que sea completamente efectivo contra el moquillo canino.
Sin embargo, en casa sí puedes mejorar algunos de los síntomas más comunes que podría tener tu perro.
Antes de implementar cualquier tipo de terapia en casa, vale la pena consultar con tu médico veterinario para que sea él el quien te recomiende lo que debes hacer.
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Para reducir la fiebre:
Puedes mantener al perro en un lugar bien ventilado y hacer uso de compresas frías (toallas, telas, paños, etc.), que se pueden ubicar en el abdomen, la cabeza o las axilas del animal.
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Para mejorar la respiración:
Hay que mantener la nariz despejada de cualquier tipo de secreción. Puedes limpiar a tu perro con un paño, toalla o algodón humedecido en agua o suero fisiológico, hacer uso de un humidificador de ambiente (que se consigue en farmacias, droguerías o algunos almacenes de cadena), vaporizaciones con plantas como eucalipto, menta, tomillo o manzanilla y lavados con solución salina (una o dos gotas en cada orificio nasal).
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Para eliminar las secreciones oculares:
Puedes hacer uso de una gasa, toalla, paño húmedo para bebés o algodón humedecido con agua tibia, infusión de manzanilla, ruda o hinojo, o solución salina tibia.
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Para aumentar el apetito:
Puedes alimentar a tu perro con caldos tibios (sin huesos, sal o condimentos), batidos de carne o pollo (sin sal o condimentos) o con alimento húmedo de recuperación que puedes encontrar en las tiendas de mascotas.
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Para evitar el vómito o diarrea:
Se recomienda tener periodos de ayuno durante 2 a 4 horas. Posteriormente, le puedes ofrecer caldos, batidos, alimento húmedo o arroz (sin sal u otros condimentos) en pequeñas dosis. Cuando existe vómito, diarrea o fiebre persistente, es importante mantener hidratado al animal, para esto podemos administrar pequeñas dosis de agua al tiempo, caldo o suero fisiológico con la ayuda de una jeringa sin aguja. También se puede humedecer una toalla, algodón o paño en agua para luego frotar la nariz del animal.
Una recomendación muy importante es permitir que el animal descanse lo más posible, para esto se recomienda brindarle un lugar en casa en el que pueda estar tranquilo, calmado y lejos de cualquier estimulo externo.
¿Cómo prevenir el moquillo canino?
El arma más efectiva para evitar el moquillo es la vacunación. El médico veterinario será el encargado de sugerirte un esquema de vacunación ya que estos pueden variar de profesional a profesional y de país a país.
Generalmente, la vacuna contra el moquillo debe ser aplicada después de la sexta semana con una revacunación anual.
Estas vacunas se pueden encontrar combinadas contra uno o más patógenos, por lo que es importante consultar con el veterinario cuál es la más recomendable.
Otra buena forma de prevenir el moquillo es no destetar a los cachorros antes de la cuarta semana, con el fin de que puedan adquirir todos los anticuerpos de la madre a través de la leche.
En el caso de los perros adultos mayores o con enfermedades del sistema inmune, se recomienda alimentar muy bien al perro y suplementarlo con alimentos que suban las defensas o multivitamínicos.