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Bella e isa

La perrita que apareció en su cortijo por casualidad termina cambiándole la vida

Por Cristina Ridao Country Manager

Publicado el Actualizado el

Esta historia de amor y superación plasma los dos extremos de la relación que algunos seres humanos tienen con los perros: crueldad y pasión.

"Me costó mucho superar la muerte de mi Gitana". Así empieza el relato de Isabel García. La joven iliturgitana había perdido a su amada perrita en plena pandemia: "Pensé en adoptar un nuevo perrito en algún refugio de la zona, pero no estaba preparada. No conseguía superar la muerte de Gitana".

Porque a pesar de que muchos no lo entiendan y se rían de ello, la muerte de un perro puede doler tanto como la de un ser querido. Y no es que en Wamiz nos aventuremos a hacer este tipo de afirmaciones a la babalà. Los expertos así lo constantan... ?

Lo de Isa con los animales viene de familia. Todo animal que ha tenido la suerte de caer en sus manos ha vivido como un auténtico rey. Es una de esas familias que le deseamos a cualquiera de los perros o gatos abandonados del mundo.

Cuando Gitana murió toda la familia sufrió un largo duelo que apenas superan hoy con la inestimable ayuda de la pequeña perrita que es protagonista de esta historia junto a Isabel.

Isa recibiría un duro golpe más: la pérdida de su empleo debido a la pandemia. La andaluza, que ahora tiene 35 años, había trabajado muy duro para convertirse en directiva de una reputada compañía de servicios odontológicos.

De Málaga capital tuvo que volver a su Andújar natal, y de ahí a Lucena. En el municipio cordobés, el destino quiso recompensarla. Esta vez enviando a la puerta de su misma casa a alguien que revolucionaría, otra vez, su vida.

Así está Bella ahora  ©IsabelGarcía

“En plena crisis, deprimida por la muerte de Gitana y la situación laboral, la perrita vino a buscarme A MI, especialmente A MI”, relata Isabel emocionada; y continúa: “Llevamos seis meses viviendo en este campo… Y de repente, cuando peor estaba: ¡apareció por arte de magia!”.

Un encuentro inesperado

Isabel acababa de decorar con esmero la entrada a su cortijo andaluz. Cuál fue su sorpresa al descubrir que una perrita callejera se estaba sirviendo de sus cojines de diseño para pasar las noches. “Bella venía cada noche y se iba corriendo cuando amanecía”, cuenta la jienense. 

Isabel explica que cuando Bella apareció en su cortijo “era una cachorra famélica, pesaba 4 kilos, ahora pesa 8 y medio”. Tenía la columna señalada, “estaba en los huesos y cojeaba”.

 La joven se armó de paciencia y se ganó su confianza con mucho esfuerzo: “No le podíamos hablar. Nos escuchaba y se orinaba. Intentábamos acercarnos y echaba a correr. Me gané su cariño muy poco a poco y conseguí llevarla al veterinario”.

Quería saber si la cachorra tenía chip, con un claro objetivo: denunciar al dueño por el lamentable estado en que se encontraba.

Crueldad

Bella no tenía chip y presentaba varias patologías: tenía una infección provocada por parásitos internos y decenas de pulgas y garrapatas.

El veterinario le explicó que tenía una fractura en la cadera provocada por un accidente de tráfico sufrido a los tres meses de edad. La atropellaron y la echaron a la cuneta.  Milagrosamente sobrevivió comiendo basura y despojos crudos.

Pasión

“Me la tuve que ganar poco a poco. Ella no sabía lo que es un baño, lo que es una camita o una manta. No sabía lo que era una comida decente… ¡Nada!”, narra Isabel; y sigue emocionada: “Es un bebé, tiene sueño acumulado de haber estado siempre buscándose la vida por la carretera y el campo. Es muy buena y a mi me ha dado la vida”.

Isabel y Bella en su nuevo hogar  ©IsabelGarcía

En un mes con Isabel, Bella ha duplicado su peso. Todavía tiene algo de miedo, sobre todo cuando escucha los coches, debido al trauma del atropello. No obstante, el amor que Isa le ha profesado se deja ver en sus ojos, en su alma.

Tiene que ser operada para poder andar mejor. Mientras tanto, Isabel trabaja en su recuperación, ayudándola a superar su trauma.

Lo aprendido

Hay que prestar atención a las señales porque, a veces, las cosas más pequeñas cambian el rumbo de nuestras vidas.  Por mucho que el azar nos ayude, nunca podremos salir adelante sin esfuerzo y generosidad. 

“El azar traza a veces caminos imposibles”, dice el psicólogo y escritor argentino Federico Andahazi. Porque, a veces, las cosas no salen como queremos, pues uno nunca sabe realmente por dónde logrará sorprendernos la vida.

Bella ha vuelto a llenar la vida de Isabel de amor  ©IsabelGarcía
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