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Gato adulto y cachorro

A veces, el rey de la casa puede sentirse amenazado

© Shutterstock

¿Quieres que tu cachorro se lleve bien con tu gato?

Por Sindy Bustamante Redactora

Actualizado el

La convivencia entre un gato adulto y un cachorro puede ser agotadora debido a la extrema territorialidad del gato. ¡Aquí hay algunos consejos para presentar tu nuevo cachorro al rey de la casa!

Por muchos es sabido que la convivencia entre un gato y un cachorro no es algo sencillo, ni para los animales ni para nosotros. En ocasiones y dependiendo de la personalidad de cada una de las mascotas, el hogar puede convertirse en un infierno. 

Un hecho que se acentúa cuando existe una disparidad en la edad entre los dos animales: de hecho, los celos y las complicaciones más importantes pueden surgir concretamente cuando queremos que convivan un gato adulto y un perro cachorro (al que se debe educar), algo condicionado, obviamente por la diferencia de especies, pero también agravado por la brecha generacional entre los dos animales domésticos.

Pero no te desesperes: hay un remedio para todo, incluso para la convivencia temida entre un gato adulto y un cachorro que, si se maneja bien, es mucho más simple de lo que parece.

A continuación, te damos algunos consejos sobre cómo llevar a cabo esta situación típicamente doméstica, sin traumas ??

Convivencia entre un gato adulto y un cachorro: ¿es imposible?

La respuesta a esta pregunta es casi siempre la misma: no. Reunir perro y gato, de hecho, no es una misión imposible, sino una condición con la cual, al menos una vez en la vida, la mayoría de los dueños de mascotas han salido airosos sin grandes problemas. 

cachorro con gato en casa

No obstante, existe un límite en la convivencia entre un gato adulto y un cachorro y está representada por aquellos gatos adultos que, particularmente en relación con el territorio en el que siempre han vivido, sufren tanto por la presencia del nuevo perro, que comienzan a sufrir complicaciones de salud, como la cistitis por estrés. Si un gato llega a este punto o comienza a mear por la casa para llamar la atención, entonces, con gran probabilidad, significa que la convivencia es imposible.

¿Cómo resolver las diferencias?

¿Pero cuáles son estas complicaciones? La respuesta es muy simple y radica en la naturaleza "salvaje" de cada uno de los dos animales.

Son especies de naturaleza depredadora, que tienden a marcar el territorio de una manera completamente personal.

Por un lado tenemos al perro que, ya como cachorro, está acostumbrado a vivir en una manada, compartiendo tiempos, espacios pero también rituales, como la nutrición o el descanso, con otros ejemplares de la misma especie.

En contraste, los gatos, especialmente si son adultos, tienen muchas más probabilidades de vivir solos. De hecho, es un animal muy independiente: puede vivir en colonias que, a diferencia del rebaño, se desarrollan cuando más gatos se reúnen alrededor de la misma fuente de alimento, sin compartirla. 

gato con cachorro jardin

¿Tienen algo en común los cachorros y los gatos?

Para salir de este impás aparentemente insuperable, es bueno que intervenga el propietario legítimo, el hombre. Cualquier persona que pueda ser reconocida como la líder de la colonia o la manada, de hecho, habrá obtenido el respeto tanto del perro como del gato.

Mientras que el primero verá al hombre como el único capaz de tomar una decisión consistente con el curso normal de la vida en el hogar, de la misma manera el gato adulto aceptará la presencia del cachorro como otro miembro de la colonia doméstica, siempre que pueda seguir siendo libre para mantener sus espacios y costumbres.

Consejos prácticos para mejorar la convivencia 

Entonces, ¿cómo hay que comportarse cuando un miembro de la familia tiene que acostumbrarse al recién llegado? Ciertamente, no existe una verdad única, sino muchas buenas prácticas que, si se combinan, pueden ayudar a que el cachorro se integre mejor en casa, en una casa habitada desde hace mucho tiempo por un gato adulto.

Por ejemplo, durante los primeros meses es bueno que cada uno de los dos habitantes tenga espacios separados para cada uno, donde haya cuencos de comida y agua, camas y somieres (inalcanzables por el otro). También es una buena idea enseñarle al cachorro a no entrar en la vida del gato: a menudo sucede que, movido por el deseo de jugar, el cachorro muerda al gato, lo que podría molestarlo y, por lo tanto, cada vez tenga menos ganas de hacerse amigo del perro.

Del mismo modo, no debemos obligar al gato a interactuar inmediatamente con el perro: es necesario darles tiempo para hacerse amigos, siguiendo sus propios ritmos y formas. Por ejemplo, si el gato le pega un zarpazo al perro, eso significa que no es el momento adecuado para conocerse. Pero es importante destacar que con paciencia y una educación firme el cachorro y el gato pueden llegar a ser inseparables. 

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