¿Por qué mi gato no come?
La pérdida del apetito o anorexia felina es un caso frecuente dentro de la consulta veterinaria.
Las razones de esto son multifactoriales e inespecífico de enfermedad, es decir, que no corresponden a alguna enfermedad en especial.
Los gatos pueden dejar de comer por diversas causas tales como:
- Estrés: Los felinos son altamente susceptibles a los cambios en el ambiente por ejemplo: el ingreso de un nuevo individuo humano o animal al hogar podría producir estrés en el gato y por ende, que deje de comer.
- Cambio repentino en el alimento o plato de alimentación: los felinos son considerados neofóbicos, quiere decir que todo lo nuevo les molesta y les genera estrés. La inclusión de un nuevo alimento o plato que no sea de su agrado podría desencadenar el dejar de comer.
- Dolor: Es común que los animales dejen de comer si sienten dolor o malestar en alguna parte de su cuerpo.
- Enfermedades infecciosas: Principalmente por virus o bacterias.
- Enfermedades metabólicas: Insuficiencia renal, comúnmente en gatos geriátricos.
¿Cuánto puede durar un gato sin comer antes de que le haga daño?
Un gato que lleve 2 o 3 días sin comer debe ser llevado inmediatamente al veterinario.
Los gatos que llevan más de 7 días sin comer o tienen una mala nutrición corren el riesgo de desarrollar hígado graso o lipidosis hepática.
¿Qué pasa si un gato pasa más de 7 días sin comer?
La lipidosis hepática felina es la enfermedad más común asociada a la anorexia (es decir, al hecho de no comer), se considera una enfermedad de gravedad asociada principalmente con el estrés, la obesidad y enfermedades primarias que aún no han sido diagnosticadas.
No hay predisposición por sexo ni raza y normalmente se presenta en gatos de edad media a adulta.
Muchos gatos mueren si no son atendidos a tiempo, debido la acumulación de lípidos que hay dentro de células hepáticas, problema que deriva en fallo hepático.
El metabolismo basal de los felinos es por medio de la gluconeogénesis o sea que su principal fuente de energía la obtienen de precursores que se encuentran en la carne.
Durante un periodo prolongado de ayuno el felino sufrirá un déficit energético y proteico; en consecuencia, tendrá un cambio en su metabolismo. La lipolisis se vuelve la principal vía por la que obtendrá energía: es decir, las reservas grasas del tejido adiposo serán metabolizadas por el hígado.
Las proteínas se encargan del transporte de las grasas por el cuerpo; sin embargo, al haber déficit de proteínas, las grasas comenzarán a acumularse en el hígado en forma de triglicéridos causando hígado graso.
Los principales síntomas de lipidosis hepática o hígado graso en el gato son:
- Anorexia: el gato no come.
- Letargo: se ve decaído y sin energía.
- Vómito.
- Ictericia: Las mucosas (en la boca o los párpados) se ven amarillas.
- En casos severos se desarrolla encefalopatía hepática y puede haber signos de hipersalivación y desorientación.
En este video se dan tips útiles para abrir el apetito de tu minino y convencerlo de comer, ¡échale un ojo!
¿Cuánto puede durar un gato recién nacido sin comer?
Por su tamaño es muy fácil que pierdan calor y energía por falta de alimento derivando en hipoglucemia, hipotermia, deshidratación y la muerte.
La alimentación de los felinos al nacer es primordial, debido a que en las primeras horas de vida la madre secreta por la glándula mamaria una sustancia denominada calostro.
El calostro es una fuente rica en nutrientes e inmunoglobulinas: sustancias proporcionadas por la madre que confieren inmunidad pasiva a los cachorros para protegerlos de enfermedades en las primeras semanas de vida.
El calostro también ayuda a madurar el tracto gastrointestinal de los mininos; entonces, el consumo de calostro durante las primeras 16 horas después del nacimiento es de suma importancia.
Posteriormente, la madre comienza con la producción de leche, la cual es necesaria para un óptimo desarrollo y crecimiento de los felinos hasta las 4 semanas de edad.
En las primeras 3 semanas de vida, los mininos deben alimentarse cada 3 horas.
De la leche obtienen la energía necesaria para crecer y llevar a cabo sus funciones vitales; además, no pueden termorregularse por sí mismos, por lo que es necesario que estén con la madre para protegerse del frío.