Desde un lugar de habla inglesa cuya localización exacta se desconoce, nos llega la historia de un perro fiel que todos los días tenía por costumbre sentarse junto a la ventana y mirar con dulzura al gato de los vecinos.
Así fue durante seis meses, hasta que el adorable ritual dio un giro cuando los vecinos llenaron la barandilla de su ventana de plantas, bloqueando (sin darse cuenta) la vista del can a su amado amigo felino.
Un corazón roto
Decidida a reparar el dolor de su animal, la propietaria del perro decidió poner cartas en el asunto. Escribió una carta que luego pegó en la ventana de la casa de sus vecinos.
La nota explicaba que el perro había desarrollado un extraño enamoramiento por su gato, detallando el ritual diario de ambos animales.
"Por el amor verdadero"
La nota concluía con la firma "tu vecina y su adorado perro". Cuando los dueños del gato vieron la nota, colocaron la respuesta en su ventana, que decía así: "Por el amor verdadero".
¡Más vecinos y animales así que nos alegren el día!