Cuando rescatan a un perro, uno de los objetivos principales de las asociaciones de animales es lograr que viva al calor de un hogar, que tenga una vida feliz y bien atendido junto a la mejor de las familias.
Siempre vivió enjaulado
La Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Málaga lo intentó con Rafita hasta el último momento, durante la mitad de su vida. Este perro, cruce de podenco, pasó 2 de sus 4 años de vida viviendo en un chenil y nunca nadie le adoptó. Y ya cruzó el arcoíris.
"Ayer tuvimos que despedir a nuestro Rafita, tan querido por todas las personas que le conocían. Aun estando mal, siempre nos recibías dando saltos de alegría al vernos", escribía la protectora este 3 de junio en su muro de Facebook.
Rafita tenía leishmania y sus niveles subieron considerablemente en noviembre de 2023. "Le está afectando al riñón por lo que necesita un hogar donde tenga controlada la medicación y comida", pedía entonces la protectora.
No pudo ser, Rafita no supo lo que era un hogar. "No te merecías este final. No te conseguimos una familia, pero te llevas un trocito de cada voluntario, cada trabajador que estaba pendiente de ti y todo el personal de clínica, que tanto te ha cuidado hasta el final".
En los refugios y protectoras los voluntarios hacen lo posible por que los perros estén bien cuidados. Sin embargo, no es lo mismo que una casa. "Siempre hemos tratado de hacerte muy feliz, hemos podido enseñarte las mejores vistas y muchos lugares nuevos para ti".
Rafita, ese perro extra cariñoso, noble y sociable fallecía el 2 de junio dejando mucha huella en los humanos que le dicen adiós:
Gracias por ser un perro tan increíble, por siempre tener un gesto de agradecimiento cada vez que te hacíamos una cura o simplemente, íbamos a pasar un ratito contigo".
"Nos quedamos con el corazón roto de pensar que ya no te veremos nunca más. Gracias a la vida por habernos dado la oportunidad de conocer a un perro como tú. Te vamos a querer siempre, Rafita".
Vuela alto, Rafita ❤️.