Hace unos años, la familia Roberts encontró a un gatito blanco y negro abandonado en un parque en EE. UU. Sin dudarlo, se lo llevaron a casa, un santuario de animales.
En cuestión de minutos, el felino robó el corazón de la pareja que lo adoptó y lo hizo partícipe de su vida familia sin obviar quién era el rey de la casa.
Pero en el hogar de los Roberts el que manda es un dogo de Burdeos, llamado George, que pesa más de 60 kilos.
Guerra de líderes
El gran tamaño de George comparado con el del gatito no pasó desapercibido para los Roberts, que no estaban seguros de si era buena idea mezclar a un perro de 60 kg con un gatito de pocos kilos.
La pregunta que se hicieron en el momento de llevar al gatito a casa y que compartieron con sus seguidores de Instagram fue clara y concisa: ''¿Cómo reaccionaría George ante un cambio radical en su vida?''
Amor a primera vista
El gato resultó ser una gatita y fue bautizada con el nombre de Wendy.
Y sin perder un minuto, comenzaron las presentaciones entre la felina y el perro. Para sorpresa de todos, la gata, muy segura de sí misma, comenzó a pasearse con total confianza delante del perro y al cabo de un rato se quedó dormida en... ¡sus 'brazos'!
Al principio, George se sorprendió un poco ante el osado comportamiento de la gata. Pero ni siquiera él pudo resistirse ante los encantos de la gatita.
Gracias a su cuenta de Instagram, podemos ver en redes cómo ha cambiado Wendy.
Aunque lo que sigue igual es la manera en la que la gata se aprovecha del buen corazón del perro y siempre que surge la oportunidad salta sobre él, lo muerde, juega con él, se duerme en su regazo... Y a George no le importa lo más mínimo.
Una casa llena de animales
La familia de George y Wendy se dedica a ayudar a otros animales que lo necesitan. Por su casa han pasado tortugas, un cerdo o un pato, entre otros.
