El primer día de un perro adoptado suele estar lleno de emociones: ilusión, nervios, dudas… Para el perro tampoco es fácil. Dependiendo de su edad, de si es cachorro o adulto y de su historia previa, puede sentirse desubicado, inseguro o incluso asustado.
Tu papel es ayudarle a que encuentre tranquilidad, rutina y un espacio seguro. La paciencia, la calma y el cariño serán tus mejores herramientas en este periodo de adaptación.
Primer día de un perro adoptado en casa: qué debes saber
El primer día de un perro adoptado en casa implica muchos cambios para el animal: olores desconocidos, personas nuevas, espacios diferentes y la ausencia total de lo que hasta ese momento era su mundo.
Por eso es habitual que muestre señales de estrés como gemidos, ladridos suaves, inquietud o falta de apetito. No es un problema de comportamiento: es pura incertidumbre, y es completamente normal.

Mantén la calma: tu actitud es clave en su adaptación
La emoción por la llegada de un perro adoptado es enorme, pero es importante que transmitas serenidad. Los perros leen nuestras emociones, así que si estás tenso o nervioso, él también lo estará.
Habla con voz suave.
Evita movimientos bruscos.
Dale espacio para oler y explorar a su ritmo.
No fuerces el contacto físico si no lo busca.
Lo ideal es que el perro pueda recorrer la casa sin presión, olfatear cada rincón e ir identificando dónde está su nueva familia.
Dónde poner la cama del perro en su primer día
La cama será su refugio durante los primeros días. Es importante que esté en un lugar:
tranquilo,
sin demasiado tránsito,
con buena temperatura,
y donde pueda verte o escucharte.
Muchos perros adoptados prefieren tener una referencia visual de su familia humana para reducir la sensación de aislamiento.
Si ves que lloriquea cuando te vas a otra habitación, prueba a colocar su cama en un punto donde pueda sentirse acompañado sin agobios.

La primera noche de un perro adoptado: cómo ayudarle a dormir
La noche suele ser la parte más difícil. Un cachorro o perro adoptado puede sentirse solo, inseguro o asustado al quedarse en un sitio desconocido.
Algunos trucos que ayudan:
Dale una cena completa para que esté más relajado y con el estómago lleno.
Usa una mantita con tu olor o un peluche suave para que se sienta acompañado.
Coloca la cama cerca de tu habitación si eso le da seguridad.
Evita castigarlo si llora: es miedo, no capricho.
Si es muy pequeño o si ha vivido siempre con su camada, echará de menos el contacto físico. Un truco clásico que funciona muy bien es envolver un reloj de tic-tac en una manta. El sonido recuerda al latido del corazón de su madre y ayuda muchísimo a que se calme.
Pipís, cacas y pequeños accidentes: totalmente normal
Durante las primeras horas, es probable que haga sus necesidades dentro de casa.
No lo regañes: en plena adaptación es normal que no controle bien los tiempos.
Coloca empapadores en las zonas donde prefiera descansar.
Ten a mano papel y productos de limpieza.
Mantén siempre la calma.
👉 Aprende más aquí: cómo enseñar a un perro a hacer sus necesidades fuera.
¿Y si el perro adoptado es adulto?
Un perro adulto también puede vivir el primer día con miedo o desconfianza, pero suele adaptarse antes que un cachorro. La clave está en:
crear rutinas desde el primer momento,
respetar su espacio,
no abrumarlo con visitas o excesos de estímulos,
ofrecerle una cama cómoda y una zona tranquila,
darle paseos suaves que le permitan oler y situarse.
Conocer, en la medida de lo posible, su historia previa también te ayudará: no es lo mismo un perro que viene de un refugio que uno que llega desde un hogar anterior.
Con calma, espacio, cariño y rutinas estables, tu perro adoptado entenderá que está en casa, que está a salvo y que ha encontrado por fin a su familia.