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gato enfermo con los ojos cerrados
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Las 7 enfermedades mortales en gatos que deberías prevenir

Por Sindy Bustamante Redactora

Actualizado el

Dicen que tienen siete vidas, pero desgraciadamente no es así. Nuestros amigos felinos pueden caer 'malos' y sufrir diferentes trastornos patológicos a lo largo de su vida, sobre todo si no tienen las atenciones que requieren. Aún así, y por muchos cuidados que sus dueños puedan dispensarles, ningún gato está exento de ciertas enfermedades que pueden desembocar en tragedia.

Las visitas al veterinario son obligatorias, ya lo sabéis, pero siempre es mejor que el profesional nos dé unas noticias mejor que otras. No significa que sean sinónimo de muerte, pero existen una serie de enfermedades en las que las probabilidades de desenlace fatal son más elevadas. En Wamiz nos hemos armado de valor y hemos decidido enumerar las afecciones que no querríamos oír jamás para nuestras mascotas. La lista de males podría ser más larga -hipertiroidismo, cardiomiopatía dilatada, rinosinusitis...-, sobre todo si no llegamos a tiempo con las vacunas y las visitas al veterinario, pero nuestra conclusión es que existe una 'lista maldita' que puede reducirse a siete enfermedades.

Como queremos informar sobre las patologías más graves, hemos decidido hablar con un experto en la materia, Felipe Vázquez, del Centro Veterinario CatDog, que nos confirma que los riesgos de ciertas afecciones en nuestros amigos 'bigotudos'. "La mayoría de estas enfermedades son inevitables. Conviene saber que hay enfermedades mortales que son vacunables, por lo que es primordial estar al día con las vacunas, pero si toca un tumor... Las patologías víricas y las que son vacunables son las únicas que podrían evitarse".  Los expertos coinciden en que existen problemas comunes o síndromes que, si no son tratados a tiempo, desembocan en un lamentable pronóstico. Muchas de estas patologías pueden aparecer a la vez o derivar unas en otras.

Enfermedad mortal gatos El FIV, el equivalente al VIH en los gatos, es una inmunodeficiencia que daña el sistema inmunológico del gato
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Virus de inmunodeficiencia felina

El FIV, el equivalente al VIH en los gatos, es una inmunodeficiencia que daña el sistema inmunológico del gato, lo que le incapacita para combatir otras patologías. Aunque los seres humanos no contraen esta enfermedad, sí existe riesgo para los otros gatos del hogar si comienzan a compartir espacio con un felino infectado. Este virus “se transmite a través de la saliva y es como un SIDA felino que afecta a su sistema inmune”, nos explica Felipe Vázquez. El virus llega a consecuencia de una mordedura entre gatos. Se trata de una enfermedad de evolución lenta, pero es irremediablemente mortal porque no tiene cura, tratamiento ni vacuna, solo remedios paliativos.

Leucemia felina

El virus de la leucemia felina se transmite por contacto directo, también a través de la saliva, y puede darse por mordeduras o por el lamido reiterado entre gatos. "La leucemia es 'prima-hermana' del virus de la inmunodeficiencia felina. A diferencia de los humanos, la leucemia nace de un virus y desencadena en un cáncer que normalmente es mortal"explica Vázquez. La infección se produce en situaciones que comportan cierta agresividad (mordiscos o luchas) o en intercambios de fluidos corporales relacionados con contactos sexuales. Otras secreciones -respiratorias, heces u orina-, también pueden ser infecciosas, aunque en menor medida. Los signos y síntomas de la infección del virus de la leucemia felina son bastante variados e incluyen pérdida de apetito, deficiencias en el pelaje, infecciones de la piel, la vejiga y el tracto respiratorio, enfermedades bucodentales, convulsiones, pérdida de peso... El gato comenzará a sentirse muy desanimado, necesitará dormir más y se mostrará débil. Tras este primer proceso, desarrollará tumores. El virus produce una gran cantidad de trastornos inmunológicos y cancerosos, que desencadenan la muerte del gato en un tiempo máximo de entre dos y tres años. No se conoce ninguna cura para la infección de este virus.

Rabia

La rabia es una de las enfermedades que pueden sufrir los gatos que llegan nuevos al hogar y que más preocupan porque puede llegar a ser mortal. Sus síntomas son por todos conocidos. El virus se transmite por la saliva del gato infectado que penetra en la piel, generalmente después de una mordedura. Es una infección viral que afecta al sistema nervioso central y que puede ser trasmitida por animales, tanto perros como gatos. Cualquier comportamiento agresivo inexplicable en el gato o un cambio súbito de su comportamiento debe considerarse sospechoso, por lo que conviene no acercarnos mucho y ser previsores. La enfermedad se manifiesta de dos formas: furiosa y muda, aunque aproximadamente el 90% de los gatos rabiosos muestra la forma furiosa. El gato enfermo comienza a sufrir encefalitis, pierde reflejos, y presenta un cuadro de estrabismo, mandíbula caída, convulsiones, espasmos musculares, temblores, desorientación, marcha errante, respuestas emocionales exageradas (irritación, rabia, miedo, fotofobia), además de ataxia y parálisis, seguidas finalmente por coma y muerte por parada respiratoria. Suelen morir tras una evolución clínica de 3-4 días. Con el objetivo de proteger la salud pública, no se contempla la opción de tratar a los gatos con rabia. La vacuna de la rabia es una de las básicas que se le ha de administrar a un gato.

enfermedad-mortal-gato Desgraciadamente, existen ciertas patologías que no tienen cura ni tratamiento, solo remedios paliativos
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Peritonitis infecciosa felina

Es una enfermedad infecciosa causada por un virus llamado 'coronavirus' que se manifiesta en fiebre, anorexia, aumento del volumen del abdomen y acumulación de líquido. En las personas, la peritonitis es una inflamación del peritoneo, la membrana que cubre las vísceras abdominales; en gatos, es una inflamación de los vasos sanguíneos. Normalmente acaba siendo mortal, sobre todo en gatos jóvenes. Si sospechas que tu 'amigo' sufre una peritonitis, hay que acudir rápidamente al veterinario para que confirme o descarte este extremo. La mala noticia es que esta patología no puede curarse. Su tratamiento es meramente paliativo y se centra en prevenir otras infecciones.  La infección por 'coronavirus' es muy frecuente en los gatos, aunque la mayoría de las veces no provoca más problemas que una diarrea leve. El problema es cuando el virus muta en el interior de un gato infectado, lo cual ocurre con menos frecuencia, y es esa forma mutada la que produce la enfermedad llamada PIF. Se estima que entre el 25 y el 40% de los gatos domésticos caseros están infectados. El porcentaje asciende hasta el 80-100% que viven en grupos numerosos en casas, albergues o criaderos. La transmisión del virus sigue la ruta oro-fecal, es decir, el 'coronavirus' se elimina por las heces y los gatos se infectan al ingerirlo cuando se acicalan o cuando comen. La mayor parte de gatos infectados excretan el virus en las heces durante un periodo de tiempo variable y luego dejan de hacerlo. "La leucemia, por ejemplo, tiene vacuna, la peritonitis infecciosa también", nos recuerda Felipe Vázquez. El mismo gato infectado puede reinfectarse a partir de las heces de otro gato y comenzar a excretar otra vez virus.

Insuficiencia renal

La insuficiencia renal es otra de las causas de muerte más frecuentes entre los gatos domésticos. Es una enfermedad crónica severa que lleva a la perdida irreversible de las funciones renales. Se trata de un trastorno que afecta al riñón y que provoca la disfunción del mismo. Puede presentarse de forma aguda o crónica.

Su diagnóstico es muy complicado pues el decaimiento de la actividad renal tiene síntomas poco específicos. Se estima que los signos clínicos diferenciales pueden aparecer cuando los riñones tienen más del 80% de sus tejidos comprometidos. Los principales síntomas de la insuficiencia renal son: aumento del consumo de agua y de micción, pérdida de hábitos de aseo, depresión, pérdida de apetito y de peso, vómitos y úlceras en las mucosas. Presenta una mortalidad que supera el 40% de los gatos diagnosticados. Su incidencia aumenta con la edad, afectando a un 33% de los gatos mayores de 15 años. El periodo de supervivencia del animal, una vez diagnosticado, es variable, aunque en su mayoría los gatos mueren a los 2 o 3 años de haber sido diagnosticados. A esta enfermedad se le atribuyen un 3% de las muertes felinas.

Panleucopenia felina

Es una enfermedad vírica muy común entre los gatos jóvenes, de hecho llega a ser mortal en cachorros. El virus, muy contagioso y resistente, se multiplica por el tubo digestivo y la médula ósea. La infección se origina por contacto directo con las heces de un gato infectado o por contagio indirecto en un entorno u objeto contaminados, como el cuenco de comida o la propia cama del animal. Los síntomas son palpables. Vómitos, diarrea, fiebre, hipotermia, deshidratación, poco apetito e incluso rechazo de la comida. El gato parece estar deprimido. También puede que tenga fiebre. El veterinario realizará un análisis fecal para detectar la presencia del virus. A esta enfermedad también se le conoce como moquillo felino, enteritis o gastroenteritis infecciosa. La vacunación y su pertinente renovación es la mejor forma de prevenirla. El tratamiento se sustenta en la hidratación intravenosa y los antibióticos. También se pueden administrar fármacos para detener los vómitos. Los animales infectados deben aislarse de otros animales y hay que tener especial cuidado con la limpieza cuando entramos en contacto con un minino enfermo. El virus que la ocasiona puede resistir en el medio ambiente hasta un año.

Lipidosis hepática felina

Esta enfermedad también es conocida como el síndrome del hígado graso felino. Es una afección grave, no infecciosa, que constituye una causa importante de mortalidad felina. Sin tratamiento, nueve de cada diez gatos diagnosticados pierden la vida. Afecta de igual manera a machos y hembras, aunque es más frecuente en gatos obesos y caseros de vida sedentaria. Para evitar que nuestro gato engrose las estadísticas mortales de esta enfermedad es muy importante identificarla cuanto antes. Se manifiesta en una exagerada pérdida de peso, deshidratación, ictericia (ojos amarillos), vómitos, diarreas y aumentos del tamaño del hígado. Se debe a la movilización de lípidos en la sangre y a su posterior acumulación en el hígado, como consecuencia de diversos factores. La 'liberación' de grasa en el organismo origina un almacenamiento masivo de triglicéridos en las células del hígado. Las terapias se basan en el suministro forzado de líquidos y nutrientes en cantidades adecuadas, pues los gatos enfermos se niegan a comer, lo cual agrava el problema y conlleva consecuencias fatales. El desenlace fatal normalmente comienza a producirse por un fallo hepático, que repercute en una encefalopatía hepática, coma y el consiguiente fallecimiento,

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