Naturalmente, la respuesta correcta no es tan simple como un sí o un no. Para empezar, porque sería pretencioso querer saber cómo los animales perciben el mundo en general y el peligro, en particular.
El conocimiento, en este sentido, avanza muy rápido, pero quedan muchos puntos misteriosos, como el olor, imposible de estudiar.
En segundo lugar, porque nuestro conocimiento del comportamiento del perro no nos permite, todavía, saber de qué es realmente consciente el animal hasta el punto de asegurar a ciencia cierta que los perros huelen el peligro.
¿Los perros huelen el peligro?
Para entender bien cómo percibe el mundo un animal es importante interesarse por sus sentidos y su cognición. Él recibe informaciones a través de los diferentes canales que posee (vista, oído, olfato, tacto…).
Además, su cerebro analiza esas informaciones y el perro produce entonces su razonamiento y sus comportamientos.
¿Los perros perciben la muerte?
Un animal va a aprender muy rápidamente a diferenciar las cosas que le rodean, dándoles propiedades, siguiendo sus sentidos.
Cada ser vivo, en función de sus experiencias, tendrá unas vivencias y preferencias propias. Y, en especial, los criterios que determinan qué es bueno o malo para él son específicos de cada individuo.
Por lo tanto, aún no podemos afirmar si perciben o no la muerte.
¿Y la noción de peligro?
Es sobre este punto que los científicos se bloquean: sabemos más o menos cuáles son las características que un ser humano le da su entorno para describirlo.
Pero para un perro solo lo podemos suponer, pues somos incapaces de ponernos en su lugar para ver el mundo como él.
Ahora, el concepto de peligro, tal como lo concebimos, es una noción compleja, que implica los aprendizajes que el animal no tiene sin caer en los detalles relativos al sexto sentido del perro. Vamos a tener que distinguir entre dos casos:
- El peligro real: un peligro es un estímulo que amenaza directamente al animal. Se mide por las consecuencias que conlleva: heridas, sufrimiento…
- El riesgo: esta noción se confunde a menudo con el peligro, pero es ligeramente distinta. El riesgo es el producto del peligro, por la probabilidad de que se produzca.
Con esta distinción, nos damos rápidamente cuenta de que la segunda noción, el riesgo, requiere de un poco más de análisis.
Principalmente, el cerebro se proyecta en el futuro, y analiza las consecuencias por probabilidad. El cerebro realiza este tipo de análisis continuamente, incluso en el caso de los animales: cada elección requiere de una evaluación de riesgos y ventajas por parte del perro.
¿Cómo analiza el perro el peligro?
Los animales son capaces de medir un peligro, pero son menos competentes a la hora de medir el riesgo: se pueden descuidar ante peligros que nos parecen enormes (como pasear cerca del vacío) y reaccionar en exceso a estímulos menos peligrosos (como los fuegos artificiales).
Muy a menudo, la situación en sí es un peligro, y el animal reacciona con prudencia o incluso huye. Si los perros huelen el peligro o el miedo depende, en gran medida, de sus experiencias y aprendizajes.
Reconoceremos a un perro poco aventurero por su comportamiento ante situaciones inusuales o intensas. Y también se pueden vivir fenómenos traumáticos, con fobias que se ponen en marcha, más o menos justificadas, con relación al peligro.
¿Cómo reacciona el perro ante el peligro?
Este es el punto más apasionante pues, aunque el animal no es consciente de lo que hace moralmente hablando, nos da la posibilidad de hacer observaciones increíbles.
Por el contrario, es típico también que un perro reaccione en respuesta a un peligro potencial, sin tener consciencia del mismo.
Pero son los comportamientos individuales los más impresionantes (y también los más complicados de interpretar), como los numerosos ejemplos de rescate. Es una característica muy propia de los perros: ser capaces de tener empatía y percibir la angustia de otros individuos.
El siguiente vídeo confirma nuestras palabras:
¿Cómo perciben el peligro el resto de animales?
Estos comportamientos sociales son normalmente observados en el reino animal: madres que protegen a su descendencia, a veces sacrificando su propia vida.
Lo que es raro, y bastante específico en los perros (para un carnívoro), es su capacidad de cooperar con especies que no son la suya. Sin embargo, este tipo de comportamientos colaborativos son propios de un perro que convive con personas y que tiene sus necesidades básicas cubiertas.
Por otro lado, hay que recordar que no porque un animal muestre empatía, es consciente de que está mostrando empatía. Y no porque reaccione ante un peligro, es consciente realmente de todas las consecuencias.
La mayor parte del tiempo, cuando decimos que los perros huelen el peligro, lo que hace es tener miedo de lo desconocido. La naturaleza es más práctica que nosotros, los humanos: los animales priorizan más su sabiduría que los sentimientos.